Reunión Nacional de Carteles: "Lógicas colectivas del cartel", viernes 9 de junio
Gonzalo Torrealday
Parto de la pregunta: ¿por qué estar con otros en un cartel?, ¿se gana algo?, ¿se aprende algo?, ¿Qué permite el lazo con otros?
Cuando Lacan habla en El Seminario 16 de la "maravillosa pequeña inteligencia"[1] de las hormigas me hace pensar en la inteligencia artificial, en sus algoritmos, una inteligencia no inteligente, en la que no hay lugar para malentendido. Cuando la inteligencia artificial no entiende se ve imposibilitada para responder o bien responde con sinsentido, a estas respuestas incoherentes, algunos especialistas en inteligencia artificial dan el curioso nombre de "alucinaciones".
Si quien habla pretende transmitir un saber completo, sin agujeros, o bien, quien escucha demanda comprensión total, pude dificultarse la transmisión y la conversación porque podría producirse un viraje al discurso universitario y sumarse, a la dificultad propia del psicoanálisis una dificultad de otro orden.
No habría que confundir a la universidad como institución con el discurso universitario. Este último intenta transmitir un saber Todo, un saber completo, como este no puede alcanzarse sin resto tiende a producirse un efecto de amplificación, el cual se torna burocracia: sumar títulos, posgrados, acumulación de saber.
Cuando entra en juego el significante en el ser hablante, entra en juego un imposible. La transmisión del psicoanálisis debería saber decir ese imposible cada vez. Si eso no ocurre, el psicoanálisis también puede amplificarse y así adquirir complejidad, apariencia de saber encriptado, extenso, difícil de comprender.
Pienso que el discurso universitario se impone en nuestra época, como único modo de acceder al saber, haciendo difícil percibir otras manera de transmitir e investigar que hagan lugar a la incompletud propia de la estructura del significante.
Acercarse a la enseñanza de Lacan produce una sorpresa; en lo que se dice, está articulado un imposible de decir, hay un agujero bordeado por lo que se dice, que cuando se pesca, produce en quien escucha una sensación diferente de la comprensión.
¿De qué modo mostrar este agujero que puede articularse al saber y cuando eso ocurre, aparece la sorpresa de que quien escucha se descubre implicado en lo que se dice?
De modo similar en que el observador del cuadro "Las Meninas", de Velasquez queda incluido en la escena representada, el agujero articulado a lo que se dice puede producir un efecto de inclusión en el que escucha.
De esta manera, se puede promover una conversación, en la que el agujero se siga bordeando y el saber que se obtiene mantenga ese recorrido alrededor de un imposible de decir.
El trabajo con otros en un cartel permite hacer lugar a un punto de fuga, a un imposible de decir articulado a lo que se dice y evitar así la burocracia que denuncia Lacan en el discurso universitario y que tiene efectos de aplastamiento e imposición que impiden la conversación.
Miller en su texto "Cinco variaciones sobre el tema de la «elaboración provocada»"[2] propone para el más-uno una posición parecida al discurso histérico porque se interroga al S1 para que produzca saber, lo pone a trabajar, pero plantea una diferencia fundamental que podría responder a mis preguntas: el más-uno separa al objeto a del saber. A diferencia del discurso de la histeria, que interroga al amo y esconde al objeto.
En el esquema que propone Miller para mostrar la estructura del cartel se ve al a por encima de la barra, separado de "lo que Lacan sabía".
Esto va más allá incluso de la función de interrogación y provocación del más-uno. Además de introducir el sujeto en el cartel, el más-uno muestra una separación entre el saber y el objeto posibilitando una incompletud, que permite la producción de un saber nuevo. Esta posición hace pasar del trabajo de la transferencia a la transferencia de trabajo porque tanto el saber como el más-uno quedan agujereados.
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