Les acercamos el segundo envío de escritos breves de cartelizantes que nos hablan de su experiencia de formar parte de un cartel. En esta oportunidad el acento está puesto en la producción individual.
José María Borlle: cartelizante en Santa Fe.
Cartel: Advenimiento del sujeto en las presentaciones de enfermos.
Integrantes: José María Borlle, Julia Kozol, Ignacio Neffen, Silvia Puigpinós, más-uno: Miguel Furman.
Rasgo: Lo real del sujeto: punto de demarcación entre las presentaciones de enfermos lacanianas y las de la psiquiatría clásica.
El trabajo del Cartel
Enlazarse con otros en la escansión de una pregunta, puede ser el a priori que causa un particular grupo.
Dar lugar a la diferencia, evitar hacer masa, abrochar algún punto puede constituir el a posteriori del Cartel.
Si la Escuela es por lo que de verbo comporta, el Cartel implica su hacer-saber. Recordemos lo señalado por J-A Miller: el Cartel es congruente con la Escuela al proponerse contemporáneo a ella[1].
Este hacer-saber introduce un equívoco:
¿Bajo qué condiciones este trabajo se produce? Pues, en los aportes singulares de cada cartelizante, orientados por el más uno y haciendo “[…] de él una función, lo más permutativa posible”[2].
Así, el dispositivo del Cartel, en tanto pequeños grupos de trabajo, tal como lo formulara Lacan, constituye la Escuela, y en algún sentido la justifica.
NOTAS
Marianela Canteli: cartelizante en La Plata.
Cartel: El niño y el tiempo.
Integrantes: Florencia Álvarez, Marianela Canteli, Sofía Mejuto, Maricruz Palacios, Magdalena Verellen, más-uno: Silvina Molina
Rasgo: La dignidad del juego.
Una miel menos tonta
Pienso que del cartel se participa para sacar un rédito. Suena pretencioso pero ya no me engaño, trabajar en la colmena tiene sus costos.
Nombrar “Zumbido” a cada boletín, puede ser tomado como un llamado a provocar y escribe Miller que la buena composición de un enjambre se da si cada cual tiene sus razones para estar ahí. Cuando me preguntaba por mi razón tuve un sueño, deseo de cartel.
Diré que lo llamativo en mi caso, fue dejarse enseñar. Escuchar cómo los otros trabajan en el cartel. Hacer de mi propio enjambre un juego… ahí ya apareció algo del rasgo.
Escribiendo -para salir de mi vocación a la pereza-, advertí el vértigo que me produce cada reunión del cartel. Incluso, fue leyendo en la jornada cuando felizmente experimenté que nada sabía sobre qué provocaría en quienes me oían zumbar. En ese instante sentí que obtuve mi ganancia. No la hubiese hallado sin el pegoteo con las abejas de esa vez. La voy a compartir: todo aquello que zumba empieza a resonar, al menos así fue para mí.
Marta Ricciardi: cartelizante en Rosario
Cartel: El delirio generalizado
Integrantes: Gabriela Aranda, Gisella Cabrera, Luciana Cassina, Melina S. Filippi, Irma E. González, Paola Leiva, Agustín Lliovich, Alicia Loncarich, Valeria Magre, Iñaki Mosquera, Marta Ricciardi, Viviana Rodríguez, más-uno: Ricardo Seldes
Rasgo: La clínica del parlêtre. Psicosis y delirios.
Movimiento
Movimiento, es el término más apropiado para transmitir mi experiencia en el cartel, en él, una vez elegido mi rasgo, acompañará mi investigación. Elegido a veces por una pregunta epistémica, a veces por un divino detalle de mi posición analizante o una pregunta de mi clínica, así, llevado a la conversación con mis compañeros de cartel, en el que los rasgos se entrecruzan produciendo articulaciones, paradojas, una enseñanza.
Esa elaboración colectiva orientada por la función más-uno, toma una fuerza tal que posibilita un relanzamiento de mi rasgo, cada vez ampliando, rectificando o ratificando un saber permitiendo dar una vuelta más a mi producción individual, como en la experiencia de análisis, un movimiento moebiano. Íntimo y externo a la vez.