4 Más uno

NUEVA SERIE #4

El valor del vacío de saber en la formación del analista*

Diana Wolodarsky

El título de esta presentación resalta el valor del vacío en la formación del analista en la orientación lacaniana. El cartel es un dispositivo que no se abandona en el transcurso de la enseñanza de Lacan y en los usos impulsados por Miller. Permanece su estructura, si bien su uso puede variar en los modos de conformación: carteles ampliados, fulgurantes, translingüísticos.

Fue una propuesta de Lacan -luego de su salida de la IPA- considerar una forma de entrada a la Escuela que fundara, por otras vías que las tradicionales un nuevo modo de lazo entre los analistas, creando así una orientación en el psicoanálisis no regida por el ideal del Nombre-del-Padre.

A diferencia de esas sociedades analíticas sostenidas en jerarquías, crea una lógica de Escuela la cual conlleva hasta hoy un rasgo fundamental que hace al discurso analítico: el de preservar un lugar vacío. Un vacío en el saber.

Y si bien el psicoanálisis se ocupa del saber, es a la vez una experiencia que conlleva esta particularidad: es no-todo, en tanto aloja un punto de imposible de enseñar, pero sí de transmitir.

Lacan diferenciará de esta manera la lógica del grupo y las masas -inscripta del lado masculino de las fórmulas de la sexuación- de la lógica de Escuela, -inscripta del lado femenino-. De esta manera Lacan lleva adelante una experiencia inaugural que denomina Escuela.

En principio, La/ Escuela

La Escuela es un concepto y una experiencia que al igual que el analista se halla en formación permanente, en tanto no hay saber posible que conlleve una última palabra.

Esta concepción del saber es un punto sustancial, que, si bien no desestima la importancia de la formación universitaria, se distingue de ese discurso, en tanto el psicoanálisis no pretende ejercer dominio sobre el sujeto.

La Escuela sujeto, como la designa Miller en la Teoría de Turín[1], se sostiene de ese vacío al que hacemos referencia.

Desde su primera enseñanza la orientación de Lacan en torno a lo real está presente y se irá precisando a lo largo de sus seminarios y escritos. Esa orientación es lo que hace de la Escuela una experiencia singular.

Miller introduce más adelante una variable: la permutación de los miembros que componen las instancias, como un modo de contrarrestar la atracción a la conformación de grupos y el enquistamiento en el poder. Se plantea de esta manera una continuidad de Lacan a Miller en el tratamiento posible de los fenómenos de grupo.

El cartel, órgano de base de la Escuela, es una pieza fundamental en términos de espacio de formación y transmisión, espacio en el cual se tiende a generar lo que se ha dado en llamar: transferencia de trabajo. Un espacio y una manera de combatir la consistencia de los narcisismos y los fenómenos identitarios.

El cartel está desde el inicio en las bases de la formación del analista y hasta hoy, es la base de la Escuela, a fin de sostener abierta una pregunta fundamental: qué es un analista. Pregunta que elabora posibles respuestas en el dispositivo del Pase, también conformado con la estructura del cartel. La propuesta de Lacan y que Miller hace avanzar, es verificar que es posible encontrarlo uno a uno.

Sabemos que otra pieza angular de la enseñanza lacaniana gira alrededor del objeto a, con la cual Lacan propone extraer lo singular del universal.

Así tomará el relevo de la pregunta freudiana de "Análisis terminable e interminable" con el Seminario 11, formulando la pregunta por el destino de la pulsión en el final de un análisis.

Es en esta discontinuidad, con el cambio de lógica que pasa del mito freudiano al matema lacaniano, que se inaugura una nueva orientación en la perspectiva de saber qué es un analista.

Este es el aspecto subversivo que le valió a Lacan su expulsión de la sociedad internacional, cuando constataron que la enseñanza lacaniana haría tambalear el pedestal del Nombre-del-Padre.

El dispositivo del cartel del Pase demostrará cuándo se ha encontrado uno que ha sorprendido a sus miembros con esa transmisión que deja un saldo de enseñanza singular, al dar cuenta de su paso de analizante a analista.

Entre formación y transmisión

El uso del cartel podemos ubicarlo en un borde entre formación y transmisión al modo de una banda de moebius, invitando a producir un saber que no sea letra muerta.

Apunta al lazo de la diversidad en la composición de sus miembros y a la función del más-uno, en tanto agente provocador, aquel que deberá preservar un vacío en el saber.

Es necesario dimensionar el carácter político de la impronta lacaniana respecto del acceso al saber en psicoanálisis. En este marco de situación se inscribe el trípode de formación: episteme, análisis y control: un modo de escucha y de lectura del síntoma, una política del síntoma.

Las nociones de más-uno, de éxtimo, son términos que apuntan a resaltar que la inconsistencia está en el Otro y que la consistencia lógica es del objeto. Quedando en esa perspectiva el concepto Escuela, AMP, y Escuela Una en la lógica del no-todo. De esta manera se espera del más-uno y del éxtimo, que encarnen esa función del S(/A).

Es por ello que escribimos La/ Escuela barrada, como La/ mujer, como El/ analista en tanto son escrituras correlativas del no hay relación sexual, de aquello que no tiene inscripción en el inconsciente.

Hay goces y hay estilos, uno por uno. Y si bien los goces no dialogan pueden hacer lazo a través de la transferencia de trabajo, la que se sostiene en la diferencia y en la confianza en la causa.

Hacer pasar este saber

En Sutilezas analíticas[2], Miller pregunta: "¿Qué es la clínica? […] un arte de clasificar a partir de signos previamente catalogados", entonces dirá: "cedo el término a los DSM".

Plantea que prefiere ceder la clínica al terreno de las clasificaciones en tanto estas procuran operar con la consistencia del Otro, de un saber sin falla, un saber acerca de lo real.

Para el psicoanálisis orientado por lo real prevalece en el lugar del Otro un saber acerca del goce y el objeto como causa.

La vertiente que abre esta perspectiva respecto de los finales de análisis, da cuenta de un modo también novedoso de concebir el inconsciente y la interpretación, o sea, una nueva concepción del síntoma. Ya no como aquello que se agota en la repetición de los dichos, sino, el síntoma como un modo de goce en el cual está implicado el cuerpo.

Pasaje de la noción de sujeto de la primera enseñanza a la de parlêtre que hallamos en la última.

Si como dice Lacan en el Seminario 20 [3]: "el lenguaje es una elucubración de saber sobre lalengua", la operación analítica por excelencia apunta a reducir los significantes a su máxima desnudez, a fin de aislar aquellos que bordean un vacío imposible de significantizar. Obtener la mayor distancia entre el I y el a, entre verdad y real. El síntoma es lo que da cuenta de ese encuentrotraumático entre el significante y el cuerpo.

Miquel Bassols, en su alocución como presidente de la AMP se refiere al acto analítico en los siguientes términos: "el analista es aquel que sostiene la falla de sentido. Es desde el deseo del analista y no desde el saber que el analista interpreta".

Deseo del analista, un deseo despojado de intención sanadora, desapegado y fundamentalmente advertido de la posible filtración de la propia adhesividad fantasmática.

Situamos así dos operaciones que afectan al sujeto supuesto saber al inconsciente en el final del análisis:

-el fuera de sentido que el analista opera, a fin de hacer surgir el significante que traumatizó al parlêtre

-el desprendimiento del objeto que el analista encarnó para el analizante.

Es la dimensión de la contingencia la que se articula al acto del analista, y es esperable que su efecto produzca una transformación en el sujeto. Aquella que lo ponga cada vez a mayor distancia de las elucubraciones de las verdades mentirosas, para aislar lo real que no miente. De esta manera se entra por la pregunta sobre el ser sostenida en la creencia del SsS atribuida al Otro, y se sale por la afirmación de un saber del propio goce y la verificación del Otro que no existe, S(Ⱥ) (A barrado).

El valor del vacío en el saber

Se trata del esfuerzo de mantener este valor del vacío como un lugar indispensable, dato de la experiencia en nuestra práctica. Si hay algún saber a acceder, es el que permite operar con el inconsciente del sujeto por medio de la interpretación, en tanto el saber es del analizante. Cierta dimensión del saber que se pone en marcha por medio del Sujesto-supuesto-Saber, el cual se disolverá en el trayecto del final del análisis. A su lugar, advendrá el S(Ⱥ) (A barrado), lo que Miller en su curso El lugar y el lazo denomina, la sigla misteriosa.

Miller plantea en este curso: "Sobre esa base Lacan podrá más tarde decir que el analista procede del autorizarse a partir de sí mismo, de la anulación de toda garantía significante, procede del S(Ⱥ) (A barrado)"[4].

En los diferentes momentos de su enseñanza Lacan avanza en el modo de reformular la lectura e inscripción de este vacío: como -𝜑 (-phi), luego como significante fálico real (imposible de negativizar), más adelante como a (goce del cuerpo) y en su última enseñanza con la letra 𝚺 (Sigma), ex-sistente al sentido.

Luego de este recorrido Miller concluye diciendo que, en la última enseñanza, todo goce se plantea con relación al agujero, "Ya no se trata de una falta en el Otro, sino, de un «agujero en el lugar del Otro» posición característica de lo real"[5].

De esto podemos desprender que, formarse en el marco de la orientación lacaniana, es formarse en la experiencia del valor del vacío en el saber.

SsS y S(Ⱥ) (A Barrado)

La frase de Lacan expresada en el "Acto de fundación"[6] deja una marca crucial: "la enseñanza del psicoanálisis no se puede transmitir de un sujeto a otro sino por la vía de una transferencia de trabajo".

Una propuesta de formación sostenida en hacer un uso operativo del SsS a fin de alcanzar el agujero en el Otro, S(Ⱥ) (A Barrado).

Me permito desprender de los textos fundantes de Lacan, la noción de autoridad analítica, noción que se construye y que está íntimamente enlazada al concepto Escuela. Que una Escuela demande de sus miembros análisis como un aspecto esencial a su formación, es a fin de que se pronuncien desde una posición de riesgo. Y no es otra que asumir la responsabilidad de la enunciación.

Para concluir:

Miller en "La comunidad analítica"[7], plantea que es necesario que distingamos el SsS y el Nombre-del-Padre (ambos semblantes), para descubrir debajo la metáfora, que es el vacío del S(Ⱥ) (A Barrado). Es necesario pasar por la creencia en el SsS siempre y cuando sea para restablecer al sujeto en el lugar donde hay una hiancia, donde hay ese agujero de saber.

Entiendo entonces que esta es la operación analítica clave que atraviesa los distintos momentos de la enseñanza lacaniana y con la cual se ajusta cada vez con mayor precisión; aunque sin suturar el vacío que estas enseñanzas pretenden enmarcar. El vacío de saber tanto en una experiencia analítica como en el saber de Escuela, y fundamentalmente, en los espacios de formación, uno de ellos: el cartel.

Por ello en RSI, Lacan dirá: "es seguro que los seres humanos se identifican con el grupo. Cuando no lo hacen están jodidos, están para encerrar. Pero no digo con eso a qué punto del grupo tienen que identificarse"[8].

Allí encontramos la clave para la orientación de los análisis y para intervenir en la Escuela sujeto, una política desegregativa.

NOTAS

* Reducción del trabajo presentado en la Jornada de Carteles "El vacío de saber en el trabajo del cartel" en Bahía, Brasil, en 2022.

  1. Miller, J.-A. (2000) "Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela", en: https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=291&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10
  2. Miller, J.-A. (2008-09) Sutilezas analíticas. Bs. As., Paidós, 2011, p. 84.
  3. Lacan, J. (1972-73) El seminario, Libro 20, Aún. Bs. As., Paidós, 1992, p. 167.
  4. Miller, J.-A. (2000-01) El lugar y el lazo. Bs. As., Paidós, 2013, pp. 392-393.
  5. Ibidem.
  6. Lacan, J. (1964) "Acto de fundación", Otros escritos. Buenos Aires, Paidós, 2012, pp. 247-254.
  7. Miller, J.-A. (1991)"El analista y los semblantes", Conferencias Porteñas 2. Bs. As., Paidós, p. 118.
  8. Lacan, J. (1974-1975) Seminario 22, "RSI", inédito.