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NUEVA SERIE #4

El Cartel y la formación del psicoanalista

Gabriela Camaly

1. Una comunidad de trabajo y no de reconocimiento

En primer lugar, voy a retomar un punto que presenté en el momento en el que asumí la dirección de la Escuela. En esa ocasión recordé las palabras de Miller cuando afirma que Lacan planteó su Escuela como una comunidad de trabajo y no de reconocimiento[1]. Conviene recordarlo cada tanto porque a veces se olvida. Lo voy a fundamentar.

En el "Acto de fundación" Lacan presenta a la Escuela como "el organismo en el que debe cumplirse un trabajo"[2]. Sabemos de lo que se trata: la reconquista del campo freudiano para reinstalar el filo cortante de la verdad descubierta por Freud y poner la praxis del psicoanálisis en relación con su deber en el mundo.

Luego agrega: "Este objetivo de trabajo es indisoluble de una formación a dispensar en ese movimiento de reconquista. [...] Los que vendrán a esta Escuela se comprometerán a cumplir una tarea sometida a un control interno y externo".

Extraigo lo siguiente:

- Un trabajo hacia afuera de reconquista del campo freudiano. ¡Esto es de una actualidad tremenda! Hoy, más que nunca, frente al avance de las neurociencias por un lado, y las ideologías identitarias por el otro.

- Un trabajo hacia adentro de la Escuela que, lejos de todo reconocimiento, estará sujeto a un control interno y externo. ¿Qué quiere decir esto? En principio, si hay un reconocimiento es del trabajo y de ninguna otra cosa.

Sigue: "Para la ejecución del trabajo, adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo. […] El cargo de dirección no constituirá un caudillismo [...] y nadie se considerará retrogradado por retornar al rango de un trabajo de base". Esto es, Lacan quería una escuela anti-jerárquica.

G. Brodsky habló de esto el año pasado en una plenaria de la Jornada de Carteles. El cartel, por su constitución y su modo de funcionamiento, es una herramienta anti burocrática y anti jerárquica[3]. Adhiero absolutamente con esa lectura.

2. Crítica y control

Lacan prosigue: "Por la razón de que toda empresa personal volverá a poner a su autor bajo las condiciones de crítica y control a las que será sometido todo trabajo a proseguir en la Escuela". Nuevamente insiste con el control, no el reconocimiento, al que será sometido todo trabajo de cada uno por ser parte de Escuela.

Control interno: el de la comunidad analítica que funciona como el Otro del cual nos vuelve el propio mensaje invertido. Si somos lacanianos tenemos que saber leerlo y dejarnos interpretar.

Control externo: el que proviene de la sociedad de la que la Escuela forma parte. Por el aporte de la Escuela en el Otro y por los efectos que se produzcan en lo social -Miller llama a esto "la utilidad pública" de la Escuela[4] -sabremos si estamos a la altura de nuestra época. Si no lo estamos, el psicoanálisis corre riesgo de desaparecer.

3. Función de la escritura

Sigue la cita: "El éxito de la Escuela se medirá por la presentación de trabajos que sean admisibles en su lugar […]". La producción del escrito era fundamental para Lacan. Hace poco C. Alberti afirmó que "nada se aprende de la experiencia si un saber no se deposita". Un modo simple y preciso de señalar que es necesario salir del blablablá psicoanalítico y pasar a la función de la escritura y el lugar de la letra que, como Lacan nos enseñó, permite cernir un trozo de real.

Este solo punto merecería un trabajo aparte porque la función de lo escrito atraviesa todos los dispositivos de la Escuela. La fundamentación y el registro escrito, la producción de lo que se deposita como consecuencia de un trabajo de Escuela constituye nuestra huella y nuestra memoria, y hace parte también del legado a las generaciones que vendrán. Diría que no podemos permitirnos la pereza de no hacerlo.

Que la producción de saber producto del Cartel se deposite bajo la forma de una escritura permite la formalización y es la condición de su transmisión.

El Cartel es el espacio propicio inventado por Lacan para hacer la experiencia de la producción de un saber y hacer con eso una escritura.

4. Transferencia de trabajo

Más adelante, en la "Nota adjunta", Lacan sostiene: "La enseñanza del psicoanálisis solo puede transmitirse de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de trabajo"[5]. Miller dice algo fundamental sobre la enseñanza de Lacan: se trata de una enseñanza no encerrada sobre sí misma, sino con efectos fuera de ella, que induce a otros a sostener un trabajo, orientados por la misma causa[6]. La transferencia de trabajo es plural. Se distingue de la transferencia analítica porque ésta se dirige a uno solo, aquél que encarna el lugar de una suposición de saber. Se distingue también del amor al maestro, a quien se le supone un saber acumulado que los otros no pueden alcanzar. En la transferencia de trabajo la suposición de saber está desencarnada, en ese espacio de trabajo entre unos y otros, a la espera de un saber que está siempre "por-venir".

5. No hay formación analítica

En el 73, en una intervención sobre la experiencia del pase en su Escuela, Lacan dijo: "Nunca hablé de formación analítica, hablé de formaciones del inconsciente. No hay formación analítica. Del análisis se desprende una experiencia, a la que es completamente errado calificar de didáctica. La experiencia no es didáctica"[7].

Miller comenta que, en última instancia, no hay otra formación más que la del propio análisis. Lacan hizo esa afirmación para combatir contra todos los estándares de la formación, las jerarquías de los analistas didactas de la IPA y también las posiciones infatuadas que había en su propia Escuela que rechazaron su proposición sobre el pase.

Como contrapartida, Lacan destacó en muchas ocasiones los campos del saber en los que el analista en formación debe adentrarse, desde la semiótica a las matemáticas, pasando por las letras y la humanística, los mitos y el estructuralismo, la topología y la filosofía… y mucho más. Un recorrido inmenso de estudio y formación donde no había nada trazado de antemano, pero interminable en tanto tal. Una formación sin programa previo, con altísima exigencia de saber, para luego poder hacer a menos de lo que se sabe, en la perspectiva de docta ignorancia que conviene al psicoanalista, señalada por Lacan.

El analista debe ser conocedor de muchos temas, haber dado vuelta muchas veces sobre los mismos conceptos, pero fundamentalmente debe saber que no es él quien sabe cuándo se trata del programa de goce que constituye el síntoma de cada analizante.

6. Formación por inmersión

Lacan sostuvo en acto que la formación es responsabilidad de la escuela[8]. La escuela es responsable de la formación que dispensa. Propicia una "formación por inmersión"[9] pero sin olvidar nunca que esta formación permanente se sostiene alrededor de un agujero en el saber: no podemos saber qué es un analista, es un saber imposible.

En España, en el 2001, Miller dijo que "Él [Lacan] pensaba más bien en una formación por inmersión, es decir, una formación en la que se sumergiera al sujeto en un ámbito de saber, que le invitara a nadar, a inventar su propio camino en un ámbito epistémico".

Aún más, la Escuela es responsable en su conjunto y no uno solo o algunos de sus miembros o de sus instancias. La formación no depende de ningún S1 o nombre propio, por tanta trayectoria y reconocimiento que el mismo tenga.

No hay "La" formación, hay formación agujereada, siempre en curso, infinita. Por eso podemos decir también que hay "efectos de formación" que se producen en un momento dado, de manera contingente, tienen el estatuto de un relámpago, de un buen encuentro, un flash donde se ilumina un punto oscuro y se puede atrapar un pequeño trozo de saber, un bordeamiento de lo real. El efecto de formación es el momento único en el que una escritura se produce en uno mismo. No es el sujeto el que escribe, sino que algo inscribe en el sujeto y ordena los elementos con los que contaba de otra manera.

Es necesario hacer la experiencia del Cartel, del análisis y del control para percibir que hay un saber que se desprende del bordeamiento de lo imposible de decir, del agujero que se cava en el Otro y libera la posibilidad de la invención, tanto en la práctica del psicoanálisis como en la vida misma.

Esta triplicidad de experiencias constituye el nudo central de nuestra formación.

Y la Escuela es el tiempo y el lugar en el cual esa triplicidad de experiencias puede conversar con otros y con la época.

NOTAS

  1. Miller, J.-A. (1990) "El triunfo de Jacques Lacan", Introducción a la clínica psicoanalítica. Conferencias en España. Madrid, Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Gredos, 2006, pp. 240-241.
  2. Lacan, J. (1964) "Acto de fundación", Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2013, pp. 247-254.
  3. Brodsky, G. (2021) "Presentación" en la Mesa plenaria "De nuestros antecedentes" en las XXX Jornadas de Carteles. Disponible en La 4+1: Revista virtual de Carteles: https://www.cuatromasunoeol.com/edicion/002.de-nuestros-antecedentes.xxx-jornadas-nacionales-de-carteles-de-la-eol
  4. Miller, J.-A. (1990) "La Escuela y su psicoanalista", Introducción a la clínica psicoanalítica. Conferencias en España. Madrid, Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Gredos, 2006, p. 255.
  5. Lacan, J. (1964) "Acto de fundación", op. cit., n. 2, p. 254.
  6. Miller, J.-A. (1990) "La Escuela y su psicoanalista", op. cit., n. 4, p. 265.
  7. Lacan, J. (1973) "Sobre la experiencia del pase", Ornicar?, n. 1. Barcelona, Petrel, 1981, pp. 31-41.
  8. Miller, J.-A. (1990) "La Escuela y su psicoanalista", op. cit., n. 4, p. 265.
  9. Miller, J.-A. (2001) "El desbroce de la formación analítica", Introducción a la clínica psicoanalítica. Conferencias en España. Madrid, Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Gredos, 2006, p. 538.