Secretaría de Carteles: ¿Cuál es el aporte distintivo que podría tener el cartel en la investigación y formación en el ámbito hospitalario?
Ana Silvia Bianco: Para empezar diría que, como plantea Lacan en su "Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela", en la base de la formación de los analistas hay un real en juego. Este real puede generar su desconocimiento o su negación sistemática[1]. En el ámbito hospitalario prima la lógica del discurso médico y, también, del discurso universitario donde la investigación está arraigada a un tipo de saber que intenta medir, situar regularidades, normativizar. El cartel introduce una lógica distinta a partir de la cual ese real, ese agujero, está en el corazón de la experiencia formativa. La conformación de carteles en el ámbito hospitalario puede estimular otro modo de investigar, desde una posición distinta a la del alumno que asiste a un grupo de estudio o a la clase del maestro que posee el saber. Aún si no se conforma con colegas del hospital, sin dudas considero que la experiencia de cartel, si se produce, puede ofrecer algo distintivo en la formación e investigación en el ámbito hospitalario. En un cartel los efectos de formación se producen contingentemente y también pueden provocar cierta transformación subjetiva. Lo distintivo que podría aportar el cartel está en su condición de extimidad. No es sin los otros, no es sin los libros. Pero engendra un saber atravesado por la pérdida, del cual no se espera progreso alguno[2]: si algo se puede decir es desde la enunciación, si algo se puede elaborar es a nombre propio.
S. C.: ¿Puede ser el cartel un modo de tratamiento del malestar institucional?
A. S. B.: Me animo a decir que sí. El cartel podría airear, justamente, lo que suele promover el malestar institucional, lo aplastante del para-todos o del delirio común en el que a veces nos fundimos. En este sentido es un tratamiento en tanto desde su porosidad podría avivar el deseo. Es un modo de hacerle lugar a lo que no encaja, sin intentar ajustarlo y en ese punto puede ser una experiencia inédita en este ámbito. Más de una vez me he preguntado cómo hacerle lugar a lo incurable[3] en el marco de un hospital de niños. Cómo no pisar el palito de "querer el bien", del ideal terapéutico. Quizá el cartel sea una vía, además del análisis y el control, para orientar la práctica en el hospital. Para soltar la lengua común -la lengua del amo- y animarse a escribir con la propia lengua.
NOTAS
*Lic. en Psicología. Guardia del Servicio de Salud Mental, Hospital Interzonal de Agudos Especializado en Pediatría "Sor María Ludovica", La Plata, Buenos Aires.