4 Más uno

NUEVA SERIE #2

¿Por qué la Escuela?

Conversación a veinticinco años de la fundación de la EOL.

Mesa en torno a las contribuciones que se encuentran en el Boletín Uno por Uno, Número especial "La hora del debate", Marzo de 1991. [1] Con la participación de Miquel Bassols. Coordinada por Luis Tudanca y Gustavo Stiglitz, el 17 de marzo de 2017.

Luis Tudanca: Vamos a comenzar la conversación. Teniendo en cuenta que la Asamblea ha durado menos de lo previsto, y esperando que el debate sea fructífero, aprovecharemos este tiempo que tenemos para lanzar la conversación. Le paso directamente la palabra a Gustavo.

Gustavo Stiglitz: Buenas noches a todos. Como decía Luis tenemos un poco más de tiempo que vamos a aprovechar. Saben que la Escuela está cumpliendo veinticinco años de su fundación, es por eso que al Consejo le pareció una buena ocasión, aprovechando que estamos reunidos en esta Asamblea, para generar una conversación entre los miembros.

Para eso hemos tomado contribuciones de antes de la fundación de la Escuela, del año 1991. Es muy interesante leer lo que ahí se producía, y surge la pregunta: ¿qué hay de actual de aquel debate? ¿Qué permanece? ¿Qué hay de obsoleto, si es que hay algo que sea obsoleto? Para iniciar la conversación le hemos pedido a cuatro colegas que abran con alguna apreciación breve sobre el material que recibieron, ateniéndose al título del Boletín donde se publicaron esas contribuciones, que es "La hora del debate" y, a partir de allí, la pregunta: ¿qué de eso está vigente? Cada uno ha elegido alguna de las contribuciones según su gusto.

Estos colegas son: Carolina Iassa, de la EOL-Sección Córdoba, Juan Mitre, Silvia Bermúdez y Eugenia Serrano. Comenzamos con Carolina Iassa.

Carolina Iassa: Quisiera comenzar agradeciendo al Consejo Estatutario la posibilidad de intervenir en esta conversación, enlazada al 25º aniversario de la Fundación de la EOL.

Leí entusiasmada el texto, porque no lo había leído, siguiendo el debate que allí se propone, otro momento del Campo freudiano, una Escuela por fundarse, y fui encontrando muchos puntos que hoy siguen siendo de actualidad, que son el corazón de la Escuela: discusiones y debates sobre el cartel, el pase y la formación del analista.

Es difícil imaginar aquel momento, una Argentina sin Escuela, donde la Fundación se hizo esperar todavía un poco; entonces quizá por primera vez, caí verdaderamente en la cuenta, de lo que uno lee y repite: la Escuela se funda, no es eterna, y en el horizonte siempre está su disolución. Creo que esto no es fácil de captar, sobre todo para quienes ingresamos veinticinco años después.

Siguiendo en esta línea, una de las frases que me encantó y me quedó resonando fue una de Javier Aramburu que es: "Lacan nos deja las ganas de ex-sistir". [2] Entonces, hacer, habitar la Escuela no va de suyo. A partir de esta interpretación, ingresa una temporalidad que incluye la contingencia. Lacan introdujo la necesidad de lo temporario, un tiempo que no conduzca ni al pegoteo, ni al encierro. Otra frase que rescaté de Leonardo Gorostiza, que plantea en su contribución y creo que es parte del título fue: "Ni el caos ni la fosilización". [3]

Sabemos que la Escuela cuenta con un automaton, con un funcionamiento reglado, una periodicidad en sus publicaciones, en sus Jornadas. Entonces me preguntaba, como miembro novel y hoy en un cartel que tenemos de nuevos miembros y que nombramos como "Los recién llegados": ¿cómo mantenernos despiertos?, ¿cómo no quedarnos en una comodidad de lo que ya funciona que haga obstáculo a la Escuela?, ¿cómo mantener vivo el deseo de cada uno, anudado a la causa analítica?

Enlazo mis preguntas la pregunta que lanza esta conversación: ¿por qué de la Escuela hoy? Creo que la Escuela sigue siendo hoy, nuestra posibilidad de anudar un deseo solitario, una práctica solitaria, que muchas veces angustia, a una comunidad que trabaja rigurosamente por el porvenir del psicoanálisis: en intención, sosteniendo un saber que falta, como resorte para una elaboración provocada, y en extensión, orientada desde la AMP, por las batallas que hoy nos tocan dar, que no son pocas, haciendo oír nuestra posición.

Para terminar, quería contar algo de mi experiencia de Escuela. Cuando ingresé en el año 2015, formaba parte de un cartel sobre "Política lacaniana", que llevaba un año de trabajo con Hilda Vittar, como Más Uno, que en ese momento era miembro del Consejo. Ese cartel tuvo sus efectos. Uno de los más importantes para mí: el poder bien decir mi deseo de ser parte de la Escuela. Luego de un tiempo de haber ingresado, Silvia Salman en nombre del Consejo, nos convoca a un trabajo de cartel a los nuevos miembros de todo el país, para trabajar textos fundamentales de la política. Este significante, "nuevos miembros", no provoca identificaciones, ni grupos. Los que integramos este cartel venimos de lugares y de trayectos de formación muy diversos. Para mí una experiencia excelente, no solo por la posibilidad de ese encuentro y la elaboración que allí se produce, sino también por poder compartir ese espacio de trabajo con distintos miembros del Consejo.

Hoy tuvimos el agrado y gusto de trabajar con Miquel Bassols, un verdadero trabajo de cartel.

En una de las primeras reuniones, un detalle que a mí me gustó mucho, Silvia Salman preguntó ¿quién va a ser el Más Uno? Me sorprendió ya que daba por sentado que la Más Uno sería ella…, pero no. Para mí eso es la Escuela puesta en actos.

Gustavo Stiglitz: Muchas gracias Carolina. Voy aprovechar la intervención para agregar un par de cosas. La primera es que ya venimos trabajando desde el miércoles con Miquel Bassols, Presidente de la AMP y es un honor contar con él en esta conversación. Por otro lado, a partir de lo que dice Carolina, hay que recordar que estamos aquí junto con algunos de los que produjeron esos textos, es decir, que está la posibilidad de una interlocución muy interesante, entre aquellos primeros impulsores de la Fundación de la Escuela, los que fuimos entrando a lo largo de la vida de la Escuela y los recién llegados como recién decías.

Y ya que comentaste algo de tu experiencia, comentábamos con Luis, que no sabemos si todos estamos informados de esta actividad que el Consejo viene impulsando desde hace tres años que, a juzgar por los resultados que va arrojando, ha sido una buena propuesta, que es que los nuevos miembros son recibidos por la Escuela con una propuesta de trabajo bastante específica que es sobre política lacaniana. Se juntaron los homologados en 2015 y 2016 en un gran cartel que nombraron su Más Uno y que hoy expusieron en una reunión algo de ese trabajo. Y se va a formar con los homologados en 2017 algo similar para continuar con esta idea de hablar de psicoanálisis y hablar de un concepto fundamental, como nos recordaba hoy Miquel que es el quinto concepto fundamental, que es la Escuela. Pasamos la palabra a Juan Mitre.

Juan Mitre: Agradezco al Consejo la invitación. También estoy en el cartel de los nuevos miembros y de alguna manera el texto que voy a leer surge de ese trabajo, me orientó en la lectura de ese Uno por Uno. Lo titulé: "Un debate, elaboración a cielo abierto".

Es emocionante y de enorme interés leer el debate, estas intervenciones que marcaron el camino de la fundación de la Escuela. Se puede decir, salvando las distancias, que los que ingresaron luego y los recién llegados, también hemos hecho al menos ese recorrido lógico: del Campo freudiano, de los alrededores de la Escuela a la Escuela, y ese salto es siempre singular y en nombre propio. En un sentido se puede decir que se ha avanzado, no hay duda de ello, pero ¿se avanza realmente en psicoanálisis en lo concerniente a su forma institucional? Creo que en un sentido sí y en otro no, es decir, que nunca se termina de ganar el partido. Se ha avanzado mucho, muchísimo, casi no hace falta decirlo: Escuelas, pase, Asociación Mundial, Escuela Una, verdaderos acontecimientos instituyentes que marcaron un antes y un después. Me parece, lo digo al menos a cuenta y riesgo, que los que empezamos luego lo hicimos gracias a ese trabajo de Escuela, que estos textos del Uno por Uno anticipan, donde se logró redirigir las transferencias de trabajo, de los grupos a la Escuela. Es decir, se promueve, a veces más a veces menos, la vía a la Escuela y no la transferencia a tal o cual grupo. La Escuela se instala como vacío y se gira a su alrededor, pero la tensión entre los efectos de grupo y la Escuela nunca se zanjan del todo. En este punto podemos decir que no hay avance y, por lo tanto, que el partido nunca está totalmente ganado.

Al respecto podemos leer en las contribuciones a este Uno por Uno: la Escuela es la respuesta analítica a los impasses del grupo, lo tomo del texto de Leonardo Gorostiza. [4] Pero ¿la Escuela cura realmente del amor al grupo? Es una pregunta que al menos para mí insiste. Una respuesta anticipada podemos leer en el texto de Aníbal Leserre: [5] no es el por el solo hecho de poner en marcha una Escuela, que se suprimirán los efectos de grupo, pero sí brinda un cambio fundamental para el tratamiento de los mismos. Sabemos gracias a Lacan que el cartel es un modo de tratar lo grupal. Podemos leer al respecto en el texto de Ricardo Nepomiachi: si la Escuela es un lugar donde se elabora saber a partir de la ignorancia, el cartel como órgano de base, es el pilar en su construcción. [6] Que el cartel sea el pilar de su construcción lo demuestra la historia misma de la construcción de la Escuela, pero también, podemos decir, que es el pilar de su mantenimiento porque el partido nunca está ganado y la Escuela nunca del todo construida o analizada. También podemos leer al respecto en ese número, algo más que dice Aníbal Leserre: "El funcionamiento del grupo analítico bajo la forma de Escuela permite no solo mantener sino poner en acto la disyunción entre la persona y la función analítica", [7] lo que abre, entiendo entre otras cosas, un más allá de las simpatías y antipatías personales, parte del combustible de toda formación grupal, dando así lugar, a que lo analítico sea lo que verdaderamente debe primar. Un debate y una elaboración a cielo abierto. Eso es algo a destacar y que caracteriza este número especial, y en sí a la orientación lacaniana. Como dice Miller en su carta, una diferencia segura de sí misma se expone, y también que se trata de decir si se quiere ser responsable del Campo freudiano y de la existencia de la Escuela, agregaría, o si se quiere jugar en su rincón. Es claro para mí al leer estos textos que hubo y que sigue habiendo dos orientaciones, el grupo o la Escuela, y ese es el partido de cada uno.

Gustavo Stiglitz: Gracias Juan. Es evidente, me hacía pensar tu contribución, en aquel momento el estado de urgencia de la cuestión, que quizá no es hoy el mismo ese el estado de urgencia de la Escuela, pero sí que hay algo de ese estado de urgencia que se repite cada vez en el uno por uno, por ejemplo, de los que piden la entrada, o en el cada vez que la Escuela debe responder a alguna cuestión. Es decir que, no es la urgencia de ese momento, pero la urgencia siempre está presente de alguna forma en la vida de la Escuela. Le damos la palabra a Silvia Bermúdez.

Silvia Bermúdez: Quiero agradecer la invitación al Consejo. Uno por Uno "La hora del debate" o "La hora cero". Debate. Comencé buscando el significado de "debate" que viene de debatuere, que quiere decir sacudir, batir, batirse; va de suyo que indica un movimiento permanente y sostenido, con escansiones, discutir con opiniones diversas y arribar algunas conclusiones. También significa luchar y combatir. De ahí decanto el siguiente precipitado que nombro como "movimiento". Mi breve batido, por decirlo de alguna manera, como resultado de este rencuentro con la lectura del Uno por Uno, dirigida por entonces por quien hoy es el Presidente de la AMP y que tenemos el gusto de contar con su presencia esta noche, Miquel Bassols, ya habla de una trayectoria importante, donde se originaron principios fundantes. En aquel inicio, hora cero o menos cero, como decía Javier Aramburu se perfilaban las pinceladas fundantes de una Escuela con diversos matices, desacuerdos y acuerdos, dentro de las diferencias, no quiero soslayar la emoción acompañada de un buen impacto que me produjo la relectura de este Uno por Uno, como si fuera la primera vez y, además, encontrarme con ese debate con colegas que para mí han sido referentes importantes, Más Unos.

Delineé una suerte de banda de Moebius entre aquel tiempo cero y el tiempo de hoy, atravesando algunos tramos de ese recorrido, yendo y viniendo, con un tiempo uno, la causa analítica en un Campo privilegiado, el freudiano; y en un tiempo dos, la Escuela, con causa porque sin causa no habría ni campo ni Escuela, y eso se puede desprender de este Uno por Uno. Entonces Campo freudiano y Escuela, anudados por el deseo de analista, en una transferencia asociativa de trabajo donde cursa una transmisión, ética, política, y epistémica.

Destaco de lo dicho el acuerdo dentro de las diferencias, un trabajo tan complejo como necesario, diferencias para ponerlas al trabajo en un debate en permanente construcción.

Tomé esto: si es la misma Escuela hoy. La "hora menos uno", como la llamó Javier Aramburu, el origen fundante y necesario con sus resultados de intercambio y crecimiento a la vista, no es la misma, en hora buena que así lo sea, lo invariable son sus principios, lo variable el agiornamiento. La Escuela hoy se ha superado durante un trayecto de estos veinticinco años. Fui parte en los bordes en ese momento, a partir de 1992 empecé a tener contacto con la Escuela y luego más tarde fui miembro. Entonces la pregunta sería: ¿fuimos más lejos de la Escuela fundante a condición de servirnos de ella?

En sus distintas modalizaciones, tomo un rasgo que precipitó mi batido, vuelvo a insistir es el movimiento, un movimiento inherente a lo vivo de nuestro deseo, con sus impasses, escansiones, tensiones, pero siempre con voces de las buenas, que nos provocan o nos descompletan, en esas voces algo itera que es ¡despierten!, ¡despierten!

En este debate donde uno por uno tiene que saber tomar ese lugar y ponerlo al trabajo con otros, un debate necesario pues entre otros asuntos, ese debate anudado a los principios de la Escuela, regula el narcisismo de las pequeñas diferencias y los efectos de grupo que son inevitables.

Movimiento y apertura, movimiento otra vez que propició una diferencia con la Escuela hoy. Es algo que evoqué hace más o menos diez años, en una reunión donde Graciela Brodsky nos decía que la Escuela no acogía la libido que provocaba, y creo que en este momento es absolutamente lo contrario: la Escuela acoge la libido que provoca, esa movilidad nos sacó de cierta inercia en algún momento, esa inercia siempre al acecho para hacernos dormir. Prisa y vértigo igual a movimiento, pude apreciar que la prisa, el vértigo y la aceleración ya estaban en su fundación de la mano de Jacques-Alain Miller. La Escuela como refugio, pero sin encierros, con una peculiaridad, la apertura y los lazos hacia el afuera, más aún, en los tiempos actuales que corren en nuestro país tiempos agitados de ese ¡despierten!, ¡despierten! también depende nuestro porvenir.

Luis Tudanca: Quiero decir que la intervención de Silvia me ayudó a responder una pregunta que me hice cuando volví a leer este número del Uno por Uno; porque la primera pregunta que me hice, antes de leer los textos, es por qué se llamaba "La hora del debate". Debate no es un término que me guste, precisamente por el sesgo de lucha. Y ahora me doy cuenta no solo por cuestiones etimológicas sino por cuestiones subjetivas. Desde ese punto de vista, ubico ahora, que en ese momento fue la hora del debate, pero ahora es la hora de la conversación. Hubo un desplazamiento en muestra gran comunidad AMP, del término debate al término conversación, que me parece que es el que le conviene a las discusiones entre los analistas. Es por eso que, en cada Congreso de la AMP, se habla de la gran conversación y no se habla del gran debate. ES decir, ese desplazamiento indica algo, indica también todos los años que pasaron desde ese Uno por Uno hasta lo actual.

Gustavo Stiglitz: Totalmente de acuerdo, siempre que la conversación no sea sin debate, porque, por la etimología, no por la subjetividad, por la etimología es el despertar, lo que despierta.

Luis Tudanca: Te contesto, porque creo que es con discusión no con debate.

Gustavo Stiglitz: Vamos a debatir sobre esto o a discutir… Le damos la palabra a Eugenia Serrano.

Eugenia Serrano: Agradezco al Consejo por invitarme a tomar la palabra. De la lectura elijo destacar un aspecto para la conversación que lo voy a formular en términos de pregunta y es: ¿cómo se enlaza la Escuela y en clave freudiana, el porvenir del psicoanálisis? Me pregunto si ese enlace, entre Escuela y destino del psicoanálisis, es el mismo hoy que hace veinte seis años o si eso ha cambiado. Creo que la cuestión del destino del psicoanálisis está presente en toda la publicación que nos acercaron para leer para hoy. Por nombrar solo a algunos, Ricardo Seldes inicia su intervención, retomando la preocupación de Freud por ese porvenir; Javier Aramburu y Luis Erneta, siguiendo a Lacan, enlazan la Escuela a la Causa freudiana; Graciela Brodsky sitúa la necesariedad de una Escuela para que sea posible la experiencia del pase; Diana Etinger de Álvarez retoma explícitamente que la Escuela se hace por el psicoanálisis; Oscar Sawike señala que la Escuela es una forma de intervenir en el porvenir que nos pertenece y, finalmente –solo para tomar algunos de los autores porque esto está en otros textos–, Aníbal Leserre, lo dice así: "está en juego la manera de hacer llevar el psicoanálisis, al siglo venidero". Ese siglo venidero es hoy y podemos concluir que hemos traído el psicoanálisis hasta aquí, me sumo un poco, porque me quiero sumar.

Me pregunto entonces por lo que sigue, por lo que se viene. Tenemos el avance de las TCC, los intentos de prohibición de la práctica psicoanalítica sobre todo en Europa, tenemos el empuje a la medicalización desenfrenada, solo por nombrar algunas cuestiones, podríamos nombrar muchas más seguramente en la conversación. Entonces me pregunto, ¿cómo relanzar esa apuesta en un contexto que ha cambiado? Voy a esbozar una respuesta que no es nada nuevo, pero que me parece que es un tema que podemos conversar, discutir y debatir: tenemos el pase, entiendo que es indispensable como dispositivo de verificación de que hubo un psicoanálisis, pero también tenemos todas aquellas acciones que promueven el psicoanálisis por fuera de la comunidad analítica. Pienso, por ejemplo, porque he participado de ellas, en todas las referidas a lo que Eric Laurent llamó la batalla del autismo –solo por nombrar una de la que más cerca participé–, que fueron promovidas por la AMP, pero también con sus peculiaridades, por cada una de las Escuelas.

Entonces vuelvo a mi pregunta para que conversemos: una vez que ese siglo venidero ya está aquí, ¿cómo relanzar esa apuesta de llevar el psicoanálisis al porvenir, al futuro?

Gustavo Stiglitz: Muchas gracias Eugenia. Está abierta la conversación, escuchamos las intervenciones. Gerardo Arenas.

Gerardo Arenas: Agradezco mucho que hayan hecho circular estos textos, para mí fue la primera vez que los leía. En ese momento estaba lejos de la Escuela, me llegaban algunos ecos de lo que pasaba en esta época, lo que se estaba gestando, pero entré a la Escuela seis años después, así que no formé parte del movimiento hacia la Escuela. Pasar de los ecos a los escritos que fundamentaron ese debate me pareció muy rico.

Voy a marcar los dos comentarios que son convergentes, a partir de recortar una frase del trabajo de Luis Erneta, que me encantaron y que parece me una clase de geografía libidinal. Dice que en Caracas él citó una frase de un autor que decía que "El amor muere por la geografía", y luego de eso, habla de la historia del Campo freudiano, que es una historia que rebate la geografía, que no sucumbe a la geografía, casi anticipando la creación de la AMP. Lo que dice aquí se puede pensar como una anticipación de lo que iba a venir un año después, no solo la EOL sino la AMP. Y hacia el final del trabajo, dice que: "El desplazamiento […] es de lo argentino a lo psicoanalítico", de la identificación geográfica a la relación con el trabajo, "primera paso para intentar el esfuerzo ímprobo de constituir una comunidad de experiencia. Esto no me hace olvidar la geografía, pues siempre conviene respetar el paisaje. Cuidarlo no está de más". Y remata el trabajo diciendo: "Es mi voto que el trabajo por la causa analítica reduzca lo real de la geografía a su verdadero limite". [8] Lo que está diciendo Erneta aquí, es excelente para pensar un montón de cosas, me hace pensar cuestiones de la actualidad de la Escuela y del futuro de la Escuela, sobre todo, en la intersección de la Escuela con los Institutos, que es un tema sobre el cual estuve pensando, discutiendo e investigando y hasta escribiendo últimamente, y que después de haber publicado alguna cosa al respecto, seguí pensando y dándome de que cuenta, por la relación lógica que hay entre el Instituto y el resto de las instancias que arman la Escuela –la ética, el final del análisis y la pregunta sobre qué es un analista–, el lugar más proclive para que perduren, permanezcan y se fortalezcan los efectos de grupo son, precisamente, los Institutos, que se reúnen en general bajo los Institutos del Campo freudiano, es donde menos llega el espíritu disolvente de la Escuela.

Eso me hizo pensar que, en la Argentina, cuando se hizo la reunión de fundación del IOM, hubo una gran discusión de la que participé. Jacques-Alain Miller venía de fundar la NEL y adaptó los Estatutos que había inventado para crear la NEL con Sedes en distintos lugares, a la geografía argentina, y cada Sede pasó a ser un CID, pero con la misma estructura y la misma lógica, él mismo lo dijo. Entonces pensaba que hubo una discusión acerca del significante localista de cada uno de los lugares, que aquí vendría a ser el lugar del significante argentino, y cómo hacer para hacerlo pasar de lo local a lo psicoanalítico. Y en su momento también hubo una discusión acerca de si era una Escuela o dos o dieciocho Escuelas, etcétera. Miller es muy tajante al decir es un solo debate, por lo tanto, es una sola Escuela que gira alrededor de ese debate. Creo que, en ese sentido, lo que el propio Miller dijo al fundar el IOM, que era que, el horizonte del IOM era ser una especie de EOL dos, para el interior de la Argentina, debería reformularse, más bien, como un horizonte de eventualmente algunas Secciones más, pero no lo podemos pensar como la creación de dos Escuelas. Cuestiones que vale la pena pensar, en el nivel de cómo hacer para hacer llegar este pasaje del Uno identificatorio, al Uno de la causa, en el nivel de los Institutos en general y del IOM en particular.

Miquel Bassols: Quería intervenir en este punto que me parece importante, y es la cuestión geográfica y de lo local, y cómo se construye la Escuela como algo transgeográfico y translocalista. En primer lugar, quiero decir que para mí ha sido una experiencia increíble volver a leer ahora estos textos, en los que yo mismo había contribuido en la edición, dirigiendo Uno por Uno en ese momento. Ha sido, no diría un retorno al pasado ni mucho menos, sino una reactualización de la problemática de la Escuela vistas desde ahora. Y quería recordarles que en efecto este Uno por Uno, aparece como Boletín de la Comunidad de Intercambios Psicoanalíticos Argentina-Europa, CIPA-EEP. Es decir, todo el tema del debate de la Escuela en ese momento, ya se producía en un ámbito, vamos a decirlo así, deslocalizado; era comunidad de intercambios psicoanalíticos Argentina-Europa. Y en efecto nosotros en Europa sentíamos muy cerca el trabajo de elaboración que se estaba haciendo aquí en la Argentina por ese invento de Miller, que era esa CIPA, y que era una comunidad de experiencia. Insisto sobre eso porque, por ejemplo, ahora que he venido a Buenos Aires, hablando de algunas cuestiones internas de la EOL, me decían: "hay que tener en cuenta el paisaje". El paisaje es un término que puede evocar muchas cosas, pero, sin duda, evoca también la cuestión de los grupos. Cada Escuela de la AMP tiene su paisaje, puedo confirmarlo ahora desde el lugar de la Presidencia de la AMP. Pero es cierto que los paisajes, como dice un pintor catalán, Perejaume, muy interesante, no vienen desde siempre. Es un invento del siglo XVIII, que "nos tapan los lugares". Cuando un lugar se convierte en paisaje ya no vemos el lugar, vemos justamente un paisaje, que es una creación muy ficticia. Precisamente creo que la AMP –que se fundó en el mismo momento casi que la EOL, hay una sincronía muy importante a tener en cuenta en este trabajo translocal de la Escuela–, se constituye como lo translingüístico, lo transnacional, lo deslocalizado mismo del discurso psicoanalítico.

Me gustaría citar respecto a esto, una entrevista que apareció en el número Uno por Uno de ese mismo momento, el Nº 24/25 del año 1991, una entrevista que Dudy Bleger le realizó a Jacques-Alain Miller. Verán ustedes en qué se movía la cuestión, era un poco antes de la fundación de la EOL y de la AMP. Dudy Bleger le pregunta: "Piensa en el proyecto de estatutos número uno, que prevé una Escuela Euro-Argentina". Llama la atención escuchar esto ahora. Y la respuesta de Jacques-Alain Miller, van a ver ustedes cual es. Dice: "En efecto una Escuela mayoritariamente Argentina, pero con un campo europeo [y aquí campo resuena con el Campo freudiano también], que comprenda a aquellos franceses y españoles que mantienen una relación de trabajo esencial para ellos mismos con sus colegas argentinos". Esa era la experiencia que teníamos y seguimos teniendo. Y dice: "Se trata de una Escuela Una", eso era diez años antes de la creación de la Escuela Una, pero ya está evocada aquí en esa comunidad de experiencia Euro-Argentina; a tal punto que Jacques-Alain Miller podía pensar en ese momento, en efecto, la creación de una Escuela Euro-Argentina como tal. Es decir, tan deslocalizada geográficamente, como lo ha sido después la llamada Escuela Una que es translingüística, transnacional y translocal, y que no tiene paisaje; es una Escuela Una, voy a decirlo así, que rompe toda posibilidad de paisaje. De momento me detengo aquí.

Gustavo Stiglitz: Le damos la palabra a Lito Matusevich.

Lito Matusevich: Quiero agradecer mucho esta conversación. Volví a leer esto y me impresionó, me emocionó volver a leerlo. Algo personal, tendría que haber estado ahí y no estuve, pero es una cuestión mía. Lo que me parece muy importante es que, en la lectura de estos diecinueve trabajos, creo que en el de Jacques Alain Miller aparece la pregunta "¿por qué la Escuela?". Me parece que es una pregunta que no se responde, simplemente, se la puede detener en un momento, como en esta conversación, para seguir orientándonos en relación con la pregunta por qué la Escuela. Me parece que en ese momento la pregunta por qué la Escuela, era una pregunta que intentaba o situar en todos nosotros el deseo de Escuela, no existía la Escuela todavía. Hoy la Escuela es, y no solamente, la Escuela es, sino que es mucho más de lo que habíamos soñado, cuando entramos o cuando la Escuela se creó. No creo que haya nada obsoleto, por lo menos yo no encontré nada obsoleto. Me parece que cuando uno se sitúa en esa pregunta del por qué, no hay obsoleto, sino que hay camino que se va andando y que uno de pronto puede pararse para pensar hacia dónde va ese camino. Creo que hoy es un buen momento para pararse y mirar hacia dónde fue el camino que trazó la Escuela hasta aquí, y agregaría sus Institutos, porque todos los Institutos, todo lo que rodea la Escuela. Me parece que los Institutos y la Escuela, hoy en día, más que nunca, tienen razón de ser por algo que acaba de decir Jacques-Alain Miller en la conferencia que dio sobre la garantía: es que en el corazón de la Escuela lo que está es lo inconmensurable. El hecho de que Miller haya situada la palabra inconmensurable, que la situaba en un punto muy especial que: si el psicoanalista tiene que estar a la altura de la época, la Escuela también tiene que estar a la altura de la época, y la época que empezamos a transitar en este siglo, es la época que Jacques-Alain Miller resume en un diagnóstico que hace creo que Lacan, Nietzsche, Heidegger, todo el pensamiento occidental que es el casamiento, la alianza, entre el discurso del amo y el discurso de la ciencia.

Justamente este punto de lo inconmensurable es lo que me parece que es el punto desde donde tenemos que pensar, el porqué de la Escuela particularmente. Porque el ¿por qué de la Escuela?, nos obliga en tanto única institución en el mundo conocida hasta ahora que puede sostener en su corazón lo inconmensurable, es la única que puede dar una chance a que no nos opongamos a la ciencia, sería una idiotez eso, ni nos opongamos al discurso del amo, tampoco es ese el lugar, pero que podamos situar una alternativa diferente a lo que el discurso del amo y el discurso de la ciencia están llevando al mundo contemporáneo. Eso la Escuela lo hace, lo hace cuando pidió, pidió para que no triunfe Marine Le Pen; cuando se levantó contra el autismo, cuando no permitimos que la neurociencia nos reduzca a ser nada más que un cerebro. Por eso concluyo diciendo, quiero más Escuela, una Escuela que cada día más sepa conservar en el corazón de la Escuela lo inconmensurable, que es lo único que pone entre paréntesis la ciencia de lo conmensurable.

Luis Tudanca: No sé si yo puedo decir lo mismo, si quiero más Escuela, no por ahora el año que viene quizá sí. Le paso la palabra a Osvaldo Delgado.

Osvaldo Delgado: Nosotros siempre decimos que la Escuela es un lugar que está fundado en las condiciones de posibilidad de tratamiento de los efectos de grupo y de la psicología de las masas; tiene ese valor en tanto que es el lugar mismo donde lo imposible tiene su lugar central. Siempre decimos esto, y vemos que se producen efectos de psicología de las masas, como en cualquier lazo humano, pero la Escuela tiene la particularidad de un tratamiento diverso de eso, ahí donde está la moral de los grupos va la ética psicoanalítica. Y hay aquí una intervención de Miller a la que voy a llamar "los líderes de los grupos en ese momento". Dice Miller: "Sí, sin duda es necesario que me excuse, esta distancia de los centros de poder y la ciencia, como se expresa Juanqui Indart al final de su contribución, esta lejanía que ustedes los argentinos deploran, que tratan con escarnio, el culo del mundo, esta lejanía que causa su dolor, perdónenme por decírselo, también los hace gozar. ¡Ah! bueno, bueno sería ver que no se quiera que estemos lejos, retirados más allá de los mares, valientes de la Patagonia, inalcanzables en el extremo del mundo, quien es este osado, este insolente, que se atreve a sentirse cercano a nosotros, ¿será que quiere apropiarse de algo nuestro? ¿Algo de nosotros que sería más valioso que nosotros mismos? ¿No conoce los recursos que movilizaría entonces contra él, el imprudente, queriendo presentificar en nosotros el deseo del Otro?". Más abajo agrega: "en suma se juega a hacerse miedo, habría en París un maléfico significante amo, lleno de impaciencia, dispuesto a echarse encima, de su presa argentina, con su enjambre de franceses y ahora de españoles fanáticos, colonizadores del siglo XXI". Es, esta intervención como interpretación del fenómeno de grupo, y lo propio de la República Argentina que era, efectivamente, el psicoanálisis lacaniano organizado en sistemas de grupos, con sus lideres y referentes, donde estaba el punto mismo de obstáculo que se jugaba para producir ese salto, para fundar una Escuela. Esta es la interpretación que realiza Miller. Y es con esta interpretación que es posible que caiga ese goce que él denuncia claramente, y es a partir de esto que se funda la Escuela.

Luis Tudanca: Antes de pasar la palabra a colegas que la han pedido, quería decir que la intervención de Osvaldo me hizo recordar uno de los puntos que más me llamaron la atención, y coincido con lo que planteas, porque me parece que esta "hora del debate" de este Uno por Uno, es ya un tratamiento de los efectos de grupo. A tal punto, que los efectos de grupo produjeron que algunos se recluyeran en el grupo y no entraran a la Escuela. Se deduce de cada uno de los textos quién va a entrar a la Escuela y quién no va a entrar a la Escuela, y eso es muy impactante, leer esto después de veinticinco años y darse cuenta que en algunos colegas estaba la decisión de no entrar a la Escuela. Se deduce de distintas maneras, a veces en pequeños detalles, a veces en lo oscuro del texto, en el escudarse en la abstracción, en el recurrir a la teoría psicoanalítica para no decir absolutamente nada, cuando se trataba de decir que sí o que no, como aparece claramente en el texto de Leonardo Gorostiza. Paso la palabra a Aníbal Leserre.

Aníbal Leserre: Recién lo que hablabas Miquel, acerca de que el paisaje oscurece o tapa el lugar, me parece muy interesante, el lugar, el sitio, en el sentido de sitio también. Y es interesante ubicarnos en los lugares, para no caer en el paisaje sino interpretarlo, tratarlo, mejor dicho. Es decir, que la Escuela mantenga lo heterogéneo en la comunidad misma de Escuela, lo heterogéneo como movimiento, como comunidad de destino, por tomar uno de los términos que de las intervenciones me parece muy preciso. Porque el destino no es fijeza, el destino depende del deseo, y ahí tenemos una tensión entre el deseo de existencia del psicoanálisis y el deseo de no existencia, que es parte explícito en algunos e implícito en el neoliberalismo, no me voy a meter con eso porque hoy leí algo que lo cuestionaba y quedé influenciado por eso. Entonces entre uno y dos, entre este paisaje y este destino, creo que esto da un marco para encontrar la respuesta siempre abierta de por qué una Escuela. No es que hay que cerrar la pregunta de por qué una Escuela, porque es como cerrar la pregunta de qué es un analista, en un sentido.

Entonces, por qué una Escuela hoy de tal manera, por qué una Escuela mañana de tal otra, y que no aggiornamento, es la dialéctica entre tomar los efectos de la lengua del Otro con una estrategia, y la estrategia siempre es mantener abierta la cuestión a lo singular. Una Escuela tiene sentido siempre y cuando esa comunidad heterogénea mantenga abierta la puerta a lo singular.

Gustavo Stiglitz: Me viene muy bien esta relación que hizo Miquel entre paisaje y lugar, pero para, entre otras cosas, situar mejor el paisaje, porque paisaje siempre hay, es ineliminable, y hay paisajes que son más bonitos que otros incluso; y me recuerda que hace unos años salí a caminar por la montaña en Mendoza acompañado por una mujer baqueana del lugar, que se suponía que nos iba a llevar perfectamente bien porque conocía bien los paisajes, y en determinado momento se paró y dijo no entiendo qué pasa, cambió el paisaje. Hay momentos en que hay movimientos silenciosos de las piedras y cambia bruscamente el paisaje, incluso la persona que mejor conoce el lugar, no reconoce el paisaje. Me hizo pensar esto porque con otro paisaje, ella se tuvo que servir de los mismos principios que le servían para orientarse, para orientarse mejor en ese paisaje desconocido. Entonces esta articulación entre lugar y paisaje me parece que sirve no solo para señalar que lo fundamental es el lugar, sino para poder orientarse mejor en el paisaje, que va cambiando.

Luis Tudanca: Fabián Naparstek.

Fabián Naparstek: Cuando leí la propuesta por qué la Escuela, lo pensé al estilo cuando uno se analiza y llegado un momento se pregunta por qué el análisis. De hecho, la Escuela es una experiencia analítica, así la plantea Miller, y acuerdo con la interpretación que daba Osvaldo Delgado que la interpretación de Miller en ese momento. Pero me pregunto en este momento, me pregunto por el síntoma de la Escuela, pensando la Escuela como una experiencia analítica. El síntoma aquel, cómo está hoy, cuál es nuestro síntoma de la Escuela hoy en la EOL, ¿es el mismo? Supongo que sí, porque es el mismo síntoma, pero ¿en qué está eso? Es decir, cuando uno se pregunta en un análisis, por qué un análisis. Además de que hay una elección de por qué continuar un análisis en determinado momento, y hay una elección nuestra de por qué continuar con la Escuela, me pregunto por nuestro síntoma. Efectivamente, acuerdo con Gustavo, el paisaje cambió. Eso es un hecho, el paisaje cambio. De hecho, si hoy pasamos fotos –porque finalmente el paisaje va para la foto–, si pasamos fotos de estos veinticinco años, nos vamos a agarrar la cabeza de cómo cambió el paisaje, y algunos no tendrán pelo para agarrarse la cabeza en estos veinticinco años. Pero me interesa el síntoma de la Escuela, cuál es nuestro síntoma, ¿cómo lo podemos nombrar? Seguramente todos los que estamos acá queremos la Escuela y… vamos para adelante con la Escuela, pero ¿y nuestro síntoma hoy? Es una pregunta que me hago, de hecho, nombro algo que escucho en la Escuela, no creo que sea el síntoma, pero, por ejemplo, los otros días en diferentes ámbitos lo escuché: en la Escuela hay muchos rumores, se habla mucho de cosas que habría que se supone que habría que mantener en silencio. ¿Es un síntoma de la Escuela ese?, que hay cosas que habría que mantener bajo el silencio y no se mantienen en silencio como se mantenían en aquella época. Cuando Miller decía de ciertas cuestiones había que mantenerlas en silencio. Me interesa ese punto de la conversación.

Luis Tudanca: Llega el momento de pedir que las intervenciones sean más breves. Tenemos doce escritos en la lista de oradores. A medida que van hablando se van incorporando más, así que les pido una precisión epistémico-política lo más certera posible, para que puedan hablar todos. Beatriz Udenio.

Beatriz Udenio: Pero, a uno le toca siempre el corte de algún lado, es así…, ya estoy perdiendo tiempo. Voy a referirme a la cuestión de la heterogeneidad. Cuando volví a leer los textos pensé, qué hay de actual respecto a la heterogeneidad, cuál es la heterogeneidad de hoy, ¿es la misma de aquella época?, ¿es diferente?, era aplicada a los grupos, pero me parece, que por lo que venimos hablando, hay la idea de que se han producido modificaciones y tratamientos de lo real del grupo, pero hay algo de lo heterogéneo que necesariamente permanece. Entonces, me pareció que en estos niveles de lo heterogéneo, interviene uno de ellos, por ejemplo, que es que los que componemos esta audiencia hoy no somos estrictamente los que compusimos la audiencia de cuando se produjo esta hora del debate. Hay muchos que estuvimos, que leímos los textos, que contribuimos a establecerlos incluso y que, además, los volvimos a releer hoy. Hay algunos que, como se fueron presentado, no estuvieron, leyeron, etcétera. Ahora, es cierto que al entrar en esto, lo que me parece a mí, es que estos movimientos de heterogeneidades que han ido variando además a través del tiempo, sin embargo, van contribuyendo creo yo a que haya formas que se repiten a pesar de lo heterogéneo, formas de tropiezo que se repiten, y que ahí quizá me gustaría dejar planteado que entre estas nuevas formas creo que sí hay algo de lo sintomático que tiene que ver con la manera en cómo la palabra circula, como se la hace circular, etcétera. Y que eso, no hay mucho tiempo, pero voy a nombrar uno de los términos que usa Miller, me parece que si pudiéramos pensar eso para tratarlo con términos que están aquí presentes, por ejemplo, qué es lo que hace que una Escuela sea auténtica, qué significa hacerse corresponsable de la Escuela, de su progreso con relación al psicoanálisis o, parafraseando a Mónica, doy vuelta lo que ella dijo: se trata de que cada uno de nosotros adopte la Escuela, la Escuela es una huérfana que esté en espera, en todo caso, a que cada uno diga que sí la adopta o no. Por ese lado, tal vez podríamos estar siempre bien despiertos, que es un esfuerzo, para tratar las formas nuevas en que las viejas cuestiones se presentan, porque el tema de los rumores y de dónde hablamos es más fácil, hablar a los costados, me parece.

Luis Tudanca: Quería señalar que la forma Escuela la adoptamos nosotros y el resto de los lacanianos no adoptaron la forma de Escuela. Así que ahí hay un punto interesante para pensar. Marita Manzotti.

Marita Manzotti: Quiero tomar la cuestión del paisaje, porque Freud en "Moisés…" toma la cuestión del paisaje y la del detalle cuando habla de la visión de conjunto. Entonces pensaba en relación con esto y a la Escuela, la importancia que tiene el tema del lugar, porque Argentina tiene su particularidad y es políticamente unitaria. Buenos Aires comanda, entonces, el tema del lugar no es poca cosa porque es inmensa y tiene infinidad de lugares donde el deseo está tan vivo como en Buenos Aires. Entonces pensaba todo el tiempo en relación con el detalle, para tomar esta vertiente de, si el verdadero detalle que hace a la Escuela, más allá de unitario o no, es esa apuesta en la que uno pierde la respuesta. Cuando se toma la noción de apuesta y se piensa que en el momento que uno dice sí y pone la ficha, ya no es más de uno, en el momento en que se ejercita el acto de colocar la ficha en el tablero y la jugada esta lista, uno perdió. Si quizás el detalle de Escuela no sigue siendo ese momento de apuesta en el que se pierden las respuestas, y el pase nos auxilia para que cada vez, uno por uno, se reedite el deseo, porque de verdad lo que aviva el deseo es esta posibilidad de escuchar, uno por uno, qué es un analista, y esta es una Escuela que habilita permanentemente ese espacio.

Luis Tudanca: Marina Recalde.

Marina Recalde: Cuando Luis Tudanca decía, cuando uno lee las contribuciones se puede ver bien quién ya no iba a entrar, también se puede ver, efectivamente, quién había dicho que sí, y que lo continuó diciendo, y muchos hoy están presentes acá, y que además se reconoce un estilo que era el de hace veinticinco años y que sigue teniendo vigencia hoy. Es decir que hay cosas que no cambian y no hay por qué cambiarlas, y que aun con eso, tomando lo heterogéneo, se hizo la Escuela porque en la hiancia de esos veinticinco años, en el medio se fundó la Escuela.

En esa línea, cuando Fabián planteaba ¿qué hay de nuevo?, ¿qué cambió?, además de haber cambiado nosotros de manera evidente, me evocaba lo que tomaba Leonardo, respecto de este decir sí y decir no, si precisamente no se trata eso, cada vez, y cada vez seguir diciendo sí o no, para hacer avanzar un poco en el sesgo de lo que planteaba Marita de cada vez reeditar el deseo de hacer existir una Escuela, que de por sí, si eso no está, no avanza, aun con todo lo que ha acontecido y lo que seguramente acontecerá, pero que si no está ese decir sí o no a algunas cosas, eso no avanza.

Gustavo Stiglitz: Guillermo Belaga.

Guillermo Belaga: Me voy a detener en un punto que comenta Leonardo sobre el peso de la historia del psicoanálisis en Argentina. En ese momento eso era un argumento de peso porque estaba el significante Masotta en juego, entonces había una consistencia con relación a los que habían seguido a Masotta, los que no lo habían seguido, en base a eso se dirimían posiciones.

Me parece que cuando Gerardo Arenas menciona el IOM –se dice IOM pero es Instituto Oscar Masotta–, pero ahí el significante es, como decía Miquel, el significante Masotta está deslocalizado, y esta publicación era Barcelona-Buenos Aires-París, justamente lugares que Masotta había transitado, pero me parece que la gran operación de Miller fue situar, hacer inconsistir de algún modo el significante Masotta para deslocalizarlo en ese punto, y pasar a otra historia del psicoanálisis en Argentina, que es el peso del psicoanálisis que Buenos Aires tiene en el mundo, porque también en la misma intervención, Leonardo menciona que, cercano a ese debate, iba a haber un Congreso internacional de la IPA en Buenos Aires y que la próxima Presidenta de IPA es una argentina, Virgina Ungar. No por nada a la fundación de la EOL, viene inmediatamente la fundación de la AMP, y que Miller ubica Buenos Aires para el encuentro Miller-Etchegoyen. Quiero situar estos puntos, porque me parece que… lo de los grupos, es verdad, no sé cómo se va tratar ese tema, confío en el pase que fue mi manera de tratar el problema de los grupos. Entonces, a partir de ese tema, de que Miller pudo situar esta comunidad internacional, hubo otro movimiento que fue la Escuela Una, la Escuela de los AE, el AE de la Escuela Una, todas situaciones que ocurrieron en Buenos Aires, formulaciones que hizo desde Buenos Aires. O sea, me parece, me da la impresión, que es muy importante esta lógica deslocalizada y el lugar que sitúa a Buenos Aires en una lógica internacional del psicoanálisis. Digo Buenos Aires –porque los amigos de Córdoba van a empezar a decir ¡Buenos Aires!–, en función de la EOL para seguir deslocalizando las identificaciones.

Luis Tudanca: Mónica Torres.

Mónica Torres: En primer lugar, agradecer al Consejo que tenga lugar esta conversación. Fue para mí realmente muy interesante releer estos textos y revivir de algún modo aquel momento.

Había algunas cosas, que eran radicalmente distintas. Estábamos, se nota en cada uno como dijo bien Marina, el estilo, algunos más apresurados que otros, algunos estábamos más convencidos que otros, algunos no se convencieron nunca... pero había una cosa que es que, Jacques-Alain Miller venía a la Argentina cada dos meses, ¡cada dos meses!, y nos reuníamos una y otra vez. Entonces en 1991, que es anterior a los veinticinco años, son veintiséis años, es el movimiento hacia la Escuela, y diría que Miller no dejaba mucho lugar a que las cosas se quedaran en rumores, por ejemplo, porque él ¡las ponía a cielo abierto! Tal como había escrito en un texto, en el primer momento de la crisis de la ECF, que se llamó "A cielo abierto", cuya lectura recomiendo a todos, y que sé que la Colección de la Orientación Lacaniana ha retomado algo de eso, y que Leonardo Gorostiza también lo ha hecho con relación al término de Lacan en bloque. Quiero decir que, si había algún rumor, entonces Miller lo escribía, entonces uno se encontraba cuando llegaba al consultorio, largos papeles que eran fax, porque no había correo electrónico, de la respuesta que nos daba, de su puño y letra, sobre cada cosa que íbamos diciendo y que iban ocurriendo. De modo tal que el S1 estaba muy presente, y esto hacía que algunos dijeron no, otros dijeron sí. Miller retoma de mi escrito, justamente, el párrafo sobre el silencio, donde él contento de que yo me ponga contra el silencio y digo hay que hablar, ustedes pueden reconocerme en eso…, hay que hablar, para que el silencio de uno no se confunda con el del gran Otro, para no caer en el silencio de los desengañados, de los veteranos, de los cínicos.

Sí, entre cínicos y clínicos tuvimos una diferencia: yo escribí cínicos, él dijo clínicos, ¿es un error? Quizá no, quizás es una ironía… En ese momento estaban los clínicos que decían que nosotros éramos los teóricos, que los lacanianos –todavía se dice–. Entonces me pareció que era muy bueno retomar esto ahora, que no es el mismo momento porque no tenemos esa presencia del S1, y eso es así. Cómo hace el enjambre de los analistas para dar una respuesta acorde a que no tenemos ese S1 que venía cada dos meses y ¡que no nos dejaba dormir! Hay que decir que era textualmente así. Comentábamos anoche que era el último que se iba, y cuando ya lo único que queríamos decir era ¿dónde hay que firmar? ¡No queríamos discutir más nada!, porque todos nosotros estábamos absolutamente más agotados que él. Ese era el momento en que la reunión terminaba, y aun así, recordaba Beatriz, que después lo acompañábamos a tomar algo, que venía a ser el desayuno a las seis de la mañana el 25 de diciembre, el 25 de diciembre escribimos los Estatutos.

¡Entonces había un entusiasmo! Celebro que no lo he perdido, que veintiséis años después lo sigo teniendo, lo cual es para celebrar en lo personal. En cuanto a la Escuela sigo pensando que es mejor poner a cielo abierto –no importa la palabra, si es al debate… a la conversación–, que es un poco lo que dijo Fabián Naparstek, qué es lo que pasa en la Escuela hoy. Porque en efecto, hay un poco de silencio, no en los pasillos, tampoco había silencio en los pasillos en aquel tiempo, pero como Miller lo ponía a cielo abierto entonces no había mucho que seguir hablando en los pasillos. Pero ahora parece que vamos a tener que arreglarnos nosotros con esto, ¿qué vamos a hacer con ese silencio y con esos rumores? A mí me encantaría que la propuesta de Fabián Naparstek, que de vez en cuando, pongamos a cielo abierto nuestras crisis de trabajo porque las hay, es inevitable que las haya en una Escuela, no es necesario que digamos que todo es idilio porque no lo es, amamos la Escuela, estamos aquí porque amamos la Escuela, pero también nos trae unos dolores de cabeza a todos, a Luis lo veo ciertamente.

Entonces me pareció que era muy bueno que el Consejo hiciera esta propuesta y releer el trabajo de los colegas. Puedo tomar uno, el de Leonardo Gorostiza, que tiene un título que uno que lo conoce dice es la prudencia de Leonardo, la prudencia en el buen sentido, en el aristotélico, pero después empieza diciendo sí. O sea que lo primero que dice es sí, y eso me resultó que estaba más claro en algunos textos.

Luis Tudanca: Con respecto a lo que dijo Mónica tenía señaladas en las notas que tomé, los que quieren una Escuela y todos subrayan una, y los que hacen silencio porque no quieren ninguna, aunque ocasionalmente hablen de dos, es lo que Miller llama la lógica del silencio. Toda una discusión en ese momento, si se fundaba una Escuela o si se fundaban dos Escuelas. Los que sostenían la fundación de dos Escuelas que, Diana Etinger es muy interesante lo que dice, eran los duros y los puros versus "los otros". Así lo define Diana Etinger, a mí me parece una definición bastante exacta en relación con las discusiones de aquel momento, y cuando se llega a ese punto, hoy en día, veinticinco años después, miramos para atrás: los que podían estar dentro de los duros y los puros, querían dos Escuelas, no hicieron ni una, ese es el punto, o sea que no era que querían dos, sino que no querían la Escuela. Gabriela Grinbaum.

Gabriela Grinbaum: Un poco recién contestó algo Mónica de lo que quería traer. Mi historia en la Escuela es un poco diferente respecto a lo que vienen planteando, porque entro a la Escuela suelta. ¿Qué quiero decir con suelta? Venía sin grupo y eso para mí era un problemón, es decir que ingreso a la EOL en su fundación como adherente, no provenía ni del Simposio, ni del Seminario lacaniano, ni de SABA, ni de la Biblioteca. Y en ese tiempo, por supuesto, que siempre tenía grupetes porque siempre tengo amigos, pero lo que no tenía era grupo. Como soy AE me permito testimoniar un poquito. Lo que recuerdo que era una queja en análisis, mucho tiempo fue, no tengo a nadie en el Consejo que me ponga en algo, no tengo padrino exactamente, que me ponga acá o allá, porque venía suelta y ese era verdaderamente un problema. Por supuesto que hoy no tengo esa dificultad porque me convocan porque soy AE pero, realmente, como dijo Belaga, una de las salidas tuvo que ver con eso; pero de alguna manera sospecho que es un tema hoy en muchos divanes.

Luis Tudanca: Ruth Gorenberg.

Ruth Gorenberg: Gracias, muy emocionante esta decisión unánime de más Escuela y todos los testimonios de tanta historia. Lo que quería decir, es que me interesó especialmente la pregunta de Fabián, acerca de cuál es el síntoma de la Escuela, pregunta honesta que Gabriela también retoma. Lo pienso quizás en esta tensión entre la Escuela-Institución y la propuesta de Lacan del décolage, del despegue, salir un poco del paisaje de las identificaciones. En ese sentido tuvo una resonancia para mí, porque hay una misma frase que Miquel mencionó en la apertura de ICdeBA del Seminario 11, que encuentro también en el texto de Leonardo, donde habla de transferencia. Me parece podría ser un buen plan para avanzar en cómo tratar este síntoma. La frase del Seminario 11 es muy corta, dice: "Este concepto [el de la transferencia] rige la manera de tratar a los pacientes. A la inversa, la manera de tratarlos rige al concepto". [9] Quizá tomando lo que proponía Fabián también, haciendo un paralelismo entre la Escuela y un análisis, se trataría de pensar el concepto de transferencia dirige la manera de tratar o de relacionarse con la Escuela y que, inversamente, la manera de relacionarse con la Escuela o de hacer la Escuela, gobierna el concepto, algo para pensar con relación al deseo del analista también.

Luis Tudanca: Se está precipitando la cuestión de cuál es el síntoma de la Escuela hoy. Me parece muy bien, es una buena pregunta, pero cada uno tendría que agregar su parte y empezar a decir cómo lo piensan, qué piensa cada uno de cuál es el síntoma hoy. Fabián nos propuso que no sabía si era exactamente, pero hizo una propuesta y a partir de ahora me parece que también podemos agregar esa pregunta a ver si alguien puede decir, en lo personal, qué síntoma ve en la Escuela hoy. Daniel Millas.

Daniel Millas: Son distintos temas todos muy interesantes y que están muy articulados entre sí también. Están los síntomas de la Escuela, pero no tenemos que olvidar que también podemos pensar la Escuela misma como un síntoma y, por lo tanto, el paisaje, los lugares, las decisiones, se ubican siempre en relación con algo que es sintomático en sí mismo. Puede haber siempre síntomas, el tema es si son síntomas que convienen a nuestro trabajo o son obstáculos de nuestro trabajo. Quisiera tomar algo de lo que se ha planteado, respecto de lo que se dice y de lo que no se dice, que ha planteado Fabián y que, por un lado, es un no poder guardar en silencio determinadas cosas que conciernen a un dispositivo de trabajo, y es un tema; por otra parte, está el hecho de que se habla en los pasillos de lo que no se puede hablar y se debería hablar en otro ámbito, lo cual lo podemos pensar efectivamente como síntomas en el sentido de lo que complica el trabajo ¿Cómo se trata eso? Me parece que, en principio, la conversación, si no es un lugar de enunciados retóricos, debería formar parte de ese tratamiento de estos tipos de síntomas. Pero pienso también, que hay condiciones para la conversación, es decir, no siempre hablar hace bien, es de nuestra práctica clínica también. Es decir, que para que haya una conversación donde se pueda decir, y lo que se diga tenga consecuencias, tiene que haber condiciones. A mí me parece que en los últimos años se está avanzando en esa perspectiva, aun cuando hay estos síntomas, que podemos coincidir y que tal vez tengan algo, especialmente el de los pasillos, de irreductible, de todas maneras, creo que hay un cierto avance en las condiciones que podemos propiciar para la conversación.

De todas maneras, creo que los temas que debemos tratar, debemos tratarlos bajo ciertas condiciones en determinados momentos, para que la conversación sea productiva, porque si la conversación es un lugar donde vamos al caos –como planteaba Leonardo, también podemos decir en la conversación o el caos o la fosilización–, hablamos y es una dispersión total y, finalmente, no se concluye nada, o es el semblante de la conversación, cuando hacemos de cuenta que hablamos y luego la cosa libidinal se juega afuera. Por eso me parecen muy importante las condiciones de la conversación que se están propiciando y que necesitan su tiempo.

Luis Tudanca: Bueno ya tenemos una interpretación de cuál es el síntoma de la Escuela: que se hable en los pasillos, lo voy a decir así en forma general, que se hable donde no se tiene que hablar. Ernesto Sinatra.

Gustavo Stiglitz: Perdón, una precisión nada más. El síntoma de la Escuela, los rumores como el síntoma de la Escuela. En todo caso, es un síntoma de la Escuela, y la Escuela como síntoma es otra cosa. Si hablamos de la solución del síntoma tenemos que diferenciar ahí, lo que hay que solucionar y lo que viene como solución, en todo caso podría ser ese, un síntoma de la Escuela.

Ernesto Sinatra: Usando un significante del Otro podría decir que esta reunión, que saludo calurosamente, podría tener el valor de un lifting libidinal. Por supuesto usando ese significante para perforarlo, pero no lo es para mí y debo decir por qué. El reencontrarme con estos textos leídos una vez más, luego de haber participado activamente en todo el movimiento hacia la Escuela, me hizo reencontrar aquí, en el recorrido, lo que voy a llamar ahora el deseo de Miller que me animó a querer la Escuela. Cuando hablaba Osvaldo Delgado localizó una cuestión central, cuando Miller nos habló a los argentinos, marcando la queja respecto del culo del mundo del cual en verdad era nuestra satisfacción, pero también habló, pocos días después a los europeos y, especialmente, a los franceses. Leo tres renglones: hay también "un cierto provincialismo francés que los llevaba a desinteresarse de lo que sucedía fuera de París. La Escuela de Lacan debe tener una extensión más amplia que Francia. La transformación actual de grupos en Sociedades Analíticas es el primer paso hacia una Escuela [que era lo que se requería, el pasaje de los grupos a Sociedades en ese momento]. Pero este paso no debe tomarse como un fin. Las Sociedades Analíticas no pueden encerrarse en sí mismas sin tomar en cuenta a los demás". [10]

De la mejor manera que el dios Jano, apunta Miller, primero, hacia los argentinos marcándoles su síntoma, y después hacia los franceses marcándoles su síntoma, donde ahí en ese perfil, en ese "entre" se localizaba con precisión un lugar, sin paisaje: el de la Escuela a la que apuntaba Jacques-Alain Miller más allá de cualquier regionalismo. Eso me hizo recordar, con emoción, algo que leí hace muchos años, en el segundo Congreso Internacional de la IPA, estando Freud de acuerdo de ungir como presidente a Carl Jung, que iba a ser el primer no judío a ser reconocido como Presidente, estaban en secreto reunidos en un pasillo que era una habitación del hotel, todos los consejeros reunidos, para conspirar contra Freud y evitar que fuera Carl Jung Presidente. Freud, contrariamente al abuelito que nos han querido vender que era, fue averiguar en qué habitación estaban, entró sin tocar la puerta, abrió y dijo directamente: no voy a permitir que ustedes estén aquí para hacer del psicoanálisis una cuestión judía ni cualquier otra, se trata de que haya psicoanálisis.

Me parece que esa intervención es la misma que hace, casi un siglo después, Jacques-Alain Miller para hacer transregional, transnacional la Escuela Una.

Gustavo Stiglitz: En ese sentido Ernesto, en la carta de Miller como respuesta a las intervenciones, insiste varias veces diciendo Argentina no es Europa y lo repite, Argentina no es Europa, pero dice el Campo freudiano es el Campo freudiano. Lo que aparentemente es una tautológica, viene a responder en la primera frase. Y hoy más que nunca, hay algo de esa topología que ha cambiado, en donde en cierto punto Argentina es Europa y en cierto punto Europa es Argentina, y circulan estos llamados y estas difusiones que todos nos vemos empujados a promover.

Luis Tudanca: Impactante lo que recordaste de Freud en esa escena. Hugo Freda.

Hugo Freda: En la página 32, la última frase, dice: "Concluye luego anunciando una serie de decisiones de la EEP en relación al CIPA (Comunidad de Intercambios Psicoanalíticos Argentina-Europa), que da lugar a numerosos comentarios de apoyo a esta nueva idea". Hay un pasaje del CIPA1 al CIPA2, que no sé si ustedes saben de lo que se trata, supongo que todos lo conocen. Debe haber alguna persona acá que sí sabe de lo que se trata: es que el CIPA 1, quiere decir "Círculo Internacional de Psicoanalistas Argentinos". Conozco bien esta historia, porque conozco muy bien al argentino que creó al CIPA. Es un argentino que vivía en París al cual le pidieron que haga eso, porque no sabía muy bien cómo hacer, sería interesante entender el pasaje del CIPA1 al CIPA2.

Luis Tudanca: Marisa Morao.

Marisa Morao: Primero un esfuerzo de reducción. Le quería agradecer al Consejo esta oportunidad. En principio, no había captado bien la lógica de la convocatoria, y en la medida en que leía las contribuciones, empecé a pensar que el Consejo nos forzaba a decir, acerca de por qué la Escuela o, en todo caso, hablar de la Escuela. Se me ocurrió como primer punto que la Escuela no es la Institución, no es la Institución EOL. Un poco retomando la línea de lo que introduce Fabián Naparstek, me pareció que el Consejo interpretaba, que esta convocatoria era una especie de interpretación, porque en relación a lo que despierta, creo que lo que despierta es la interpretación, no sé si tanto el debate… no sé, me parece que la interpretación apunta a despertar. Me da la impresión que el Consejo, con esta convocatoria, proponía una interpretación en el sentido de suponer que hay una Escuela sujeto, en esa dirección, que la Escuela es una Escuela con síntomas, porque lo que se interpreta siempre apunta a lo real del síntoma. Y a mí me parece muy interesante eso, porque creo que cuando Miller escribe en las contribuciones, dice: "¿qué es una Escuela digna de este nombre?", [11] y dice ese es "el corazón del debate", y luego me parece que nos responde, interpreta con la teoría de Turín, con la Escuela sujeto, y una Escuela sujeto es una Escuela con síntomas. No sé si es "el" síntoma, un síntoma, me parece que hay que considerar, lo pienso así, una Escuela con síntomas que se pueden interpretar, veremos qué significa eso. Creo que es lo que hicieron ustedes hoy, me resonó como una interpretación.

Luis Tudanca: Leonardo Gorostiza.

Leonardo Gorostiza: Leer después de veinticinco años lo que había escrito y, sobre todo, el título, me suscitó cierto vértigo. La fórmula –Juan Mitre lo recordaba al comienzo–, es "ni el caos ni la fosilización", que era jugando con el título del Congreso de la IPA en Buenos Aires, que era "Entre el caos y la fosilización", pero después era, dos puntos: "codo a codo en el Campo freudiano".

Recuerdo que cuando discutimos estos textos, precisamente, en un coloquio del CIPA, creo que fue Javier Aramburu, en aquella oportunidad, no sé si también Mónica, que plantearon qué es esta cuestión de codo a codo, somos más que dos, evoca la masa. Evidentemente había una objeción desde el purismo lacaniano, yo que venía del Simposio, además, el amor al Simposio, convocando a un efecto de masa. Pero releyéndolo ahora pensaba si no fue una forma anticipada, por lo menos yo no lo conocía, de hablar del affectio societatis, el lazo libidinal necesario. Y diría que el lazo libidinal y el affectio societatis en la EOL anda muy bien, y que tal vez lo que produjo, o se produjo a partir de algo que fue los lazos de amistad que se fueron creando entre los que formaban parte de los distintos grupos. Creo que esto tramitó libidinalmente la cuestión de las sensibilidades grupales, algunas siguen existiendo, pero no tienen la fortaleza que tenían antes.

Siguiendo con esta argumentación, que venía pensando, es si ahora no tendríamos una nueva forma de grupo que podría ser uno de los nombres del síntoma. Es una palabra muy noble amistad, pero si no estamos en una vía donde, los grupos antes que tenían un líder fuerte, algunos los siguen teniendo, y están siendo sustituidos por el grupo de amigos; y el problema del grupo de amigos, es que es muy difícil cuando un amigo le pregunta algo: "contáme que se dijo allá adentro", decirle no, no te lo puedo decir. Propondría tal vez, como uno de los nombres del síntoma, el de la amistad cuando está degradada en el amiguismo, pero también quiero recordar que mi amigo Ernesto Sinatra, creo que en aquella época también, habló y trabajó sobre la amistad analítica, como "una amistad diferente". Me parece que sería un tema para retomar, sobre todo, porque como dijo Marina, creo que sí, la cuestión es seguir diciendo sí o no, es decirle sí al discurso analítico, y el discurso analítico me parece que, en todo caso, reformula los lazos de amistad.

Gustavo Stiglitz: En relación con esto que decía Leo, me parece que sí, que hay que investigar esta cuestión de la amistad, porque tengo la impresión de que se generan lazos de amistad a un cierto tipo de grupo, que giran en torno a una tarea compartida, y que eso está muy bien. Entonces el asunto es cómo mantener esa cuestión de amistad, no de amiguismo, en torno a una tarea compartida, no en torno a un líder, sino a una tarea compartida.

Miquel Bassols: Me parece que es un tema muy importante el que ha planteado ahora Leonardo, porque afecta la vida de la Escuela, a lo que se puede decir y a lo que no se puede decir, dónde se dice y dónde se calla en algún lugar. Creo que, en realidad, todo amiguismo se funda en algo que también puede ser un nombre de ese síntoma, que es los acuerdos tácitos. Cuando hay un acuerdo tácito quiere decir que no hace falta decir la razón de ese amiguismo, en cambio de una verdadera amistad sí hay que saber decir, no hay que dejar nada como un acuerdo tácito. Y creo que el problema que puede haber en cualquier comunidad, también en la comunidad analítica, es cuando se funciona por acuerdos tácitos, porque entonces el funcionamiento mismo empieza a producir toda suerte de síntomas. Precisamente la conversación, y una conversación como esta, creo que lo muestra muy bien, es intentar salir de esos acuerdos tácitos.

Luis Tudanca: Fernando Mo.

Fernando Mo: Agradezco la conversación y simplemente quisiera agregar algo en torno a lo que planteaba Gerardo Arenas de la geografía libidinal y del trabajo en el IOM2, en el Instituto Oscar Masotta y de un paisaje, porque conversábamos en el CID-San Juan, de cuál era el interrogante que nos convocaba al trabajo, porque el significante Escuela da vueltas permanentemente en un lugar como San Juan y en otros lugares del IOM2, y tiene significaciones de las más diversas, e incluso a veces, es acuciante la presencia de esa pregunta. Pero nos dábamos cuenta en nuestro trabajo, que el interrogante que nos atraviesa es, más bien, qué es el psicoanálisis, y nos parecía que era una pregunta que puede sonar anterior lógica, pero que es tal vez contemporánea, y en eso, articular a esa pregunta a la comunidad de San Juan, en este caso, íbamos por ese lado con esa apuesta para, tal vez por esa vía, en algún momento arribar a la pregunta por qué una Escuela.

Luis Tudanca: Diana Paulozky.

Diana Paulozky: Quería decir que celebro muchísimo la idea del Consejo de esta conversación y también que esté Miquel con nosotros, digo recordando lo que nos traía Mónica de cómo eran en otras épocas con Jacques-Alain Miller, porque cuando volví a leer lo que trabajamos muchísimo, el cuadernillo famoso, pensé primero, voy a leer a los amigos y después me di cuenta que eran todos amigos, entonces dije voy a dejarme captar por las frases que me tocan hoy. Y una frase que me tocó muchísimo es la Escuela se hace "para el psicoanálisis", no "para los psicoanalistas", se hace "con" los psicoanalistas. Eso me impactó hoy como si fuese nuevo, y como si nunca lo hubiera leído. Y también quería decir que me gustó mucho la relación entre paisaje y lugar. Gabriela contesta un poquito respecto de lo del lugar, digo, es un tema para discutir, lo dejo ahí, pero me gustó mucho esa diferenciación, porque el paisaje ha cambiado, y ¡cómo no!, y esto que decía Fabián cuando pasemos las fotos, todos hemos cambiado afortunadamente, y gracias también al psicoanálisis, no solo por la edad, porque si no sería una fosilización. Y también hoy más que nunca, sí en cambio encontré muy actual lo que traía Leonardo, porque en algunos momentos me escuché quejarme de una nostalgia por el entusiasmo que sentí en aquel momento cuando la Escuela se hacía, porque la Escuela no la adoptamos hoy, y en eso claro que ha cambiado, a la Escuela la hacemos, y la hacemos cada uno. Y yo misma me he quejado un poco, no en términos del lugar sino por la falta de entusiasmo, el mío, y que lo he recuperado hoy al escucharlos, al escucharnos a todos, y también a tratar de ver qué nos pasa y de unir el síntoma de cada uno, no hay otra manera. No sé si se puede pensar un síntoma de la Escuela, es una cosa nueva que me llevo para pensar, no lo podría decir hoy, pero sí, en cambio, una sugerencia que daba Miller en los momentos que él llamó el huracán de la Escuela, e incluso ahora en los veinte años de Barcelona, dijo: "Hay que saber tomar el síntoma de cada uno para realizar este proyecto", después de la escisión. Eso me parece que es hoy una orientación que nos toca hoy, y que hay que tomar lo mejor del síntoma de cada uno, nosotros que hacemos la Escuela, para la construcción de la Escuela Una.

Luis Tudanca: Roberto Ileassoff.

Roberto Ileassoff: Mi interpretación del síntoma de la Escuela es el éxito, y un éxito hay que saber cuidarlo, hay que saber cómo fue que llegamos a tener éxito. Éxito en la transmisión, en la elucidación, en la difusión del psicoanálisis. Eso pienso que es nuestro síntoma, y hay que tener mucho cuidado con el tema de la intolerancia frente al éxito, tanto de adentro como de afuera o la envidia que podemos generar.

Luis Tudanca: Estrictamente hablando, para Lacan no hay éxito sin fracaso y no hay fracaso sin éxito. Sigamos conversando, Kuky Mildiner.

Kuky Mildiner: Cuando leía el texto, lamentablemente no me acuerdo quién lo dice, pero respondiendo a la pregunta por qué la Escuela, decía, por la necesidad de la Garantía. Al leer eso pensaba qué diferencia hay entre ese momento y ahora, en el que no hubo por lo menos este año ningún AME nuevo. Entonces me pregunto si eso forma parte de un síntoma, de un movimiento propio de la Escuela en estos veinticinco años, que tal vez porque la Escuela tiene más AE, la Garantía no tiene AME… Me parece que es un tema que en algún momento se empezó a debatir y que vale la pena que siga en el debate.

Luis Tudanca: Hay que aclarar que las nominaciones se hacen en un momento determinado, no en cualquier momento del año. En ese caso se necesita la reunión de la Comisión de la Garantía AMP-América. Esa Comisión se reúne en el contexto del ENAPOL, por lo tanto, será una buena pregunta para hacerse si de esa Comisión no surge ningún nombre de AME nuevo. Pero este momento es un momento de trabajo de la Comisión y que, en todo caso, la respuesta de ese trabajo vendrá en septiembre cuando se reúna la Comisión de AMP-América.

Gustavo Stiglitz: De todos modos, es un punto para tomar nota, y retomar en alguna otra conversación o antes.

Luis Tudanca: Silvia Salman.

Silvia Salman: Quería decir algo. Hoy conversando en un espacio de trabajo pudimos distinguir o mencionar tres dimensiones de la Escuela, tres dimensiones que podemos extraer de la lectura tanto de Lacan como de la que hace Miller: la Escuela como concepto, la Escuela como experiencia y la Escuela sujeto.

Tres modos de pensar la Escuela que pienso que no se oponen de ninguna manera y que, es más, sería interesante ver cómo hacer existir las tres dimensiones. Me preguntaba a partir de la conversación, qué sería aquello que anudaría estas tres dimensiones. Y pensé, por supuesto, que podría ser el síntoma, como ese elemento cuarto que anuda, para lo mejor y para lo peor, el síntoma de la Escuela y también el de cada uno. Y respondiendo un poco a la invitación de Luis de nombrar algún malestar en la Escuela diría, no sé si es síntoma, se me presentó algo que he escuchado en distintos lugares, en el Consejo, habiendo formado parte, lo voy a decir así, es como un sintagma: "siempre son los mismos", que tal vez retoma un poco lo que decía Gabriela sobre el lugar, lo menciono para trabajarlo. Pero lo que sí quiero agregar, que creo que va anudado a eso, y que tal vez podría ser un cuarto para pensar los tres de la Escuela, que es el reverso de eso que, para mí gusto, es la autoridad analítica. Pienso que hay algo que puede ser un malestar respecto de "siempre los mismos", pero que no podemos no pensar eso, sin poner de relieve la autoridad analítica bajo sospecha. Porque puede ser que se repitan en algunos casos los lugares o algunos nombres, pero eso también se sostiene en la confianza que podríamos ubicar del lado de la autoridad analítica y no del amiguismo, como decía Leonardo. Creo que hay que hacer una lectura de eso porque si no, efectivamente, nos hacemos eco de los rumores y de los pasillos y no hacemos una lectura más analítica al respecto y no tanto imaginaria, diría o fantasmática.

Luis Tudanca: Solo una aclaración. Ha sido una política decidida por este Consejo y el Directorio, efectivamente, ampliar la lista de invitados a determinadas actividades. Los cuatro invitados de hoy son un ejemplo, y ha sido algo discutido en el Directorio y en el Consejo. Por lo menos en el último año y medio es algo que nos hemos puesto en la cabeza, nos hemos obligado. Quería aclarar eso, pero igual eso persiste, el tema de "siempre los mismos", persiste.

Silvia Salman: Agrego solo una cosa. Digo lo de la autoridad analítica porque es un tema que también hace síntoma, podríamos decir de algún modo, que llama al trabajo y que me parece importante, pero también la cuestión de la permutación trae eso, porque una de las reglas, para decirlo de algún modo, lo que puede reglarse en la Escuela, sabemos que no todo está reglado pero hay algunas cuestiones que sí están regladas, es la permutación, estamos todo el tiempo permutando, entonces hay algo a pensar en relación con eso.

Luis Tudanca: Angélica Marchesini.

Angélica Marchesini: En relación con este trípode que decía Silvia Salman, la Escuela concepto, experiencia y sujeto, me parece que lo que la anudaría sería el discurso analítico que no puede sostenerse de uno solo, como decían, somos más que dos, codo a codo, y es necesario hacer Escuela por eso. Y con relación al síntoma de la Escuela me parece que, como decía Gustavo, está ese movimiento silencioso de las piedras, se habla, pero no se habla quizá de lo que hay que hablar, y el síntoma va tener que ver con cada uno, qué hace que la Escuela y el miembro hagan pareja o hagan relación.

Gustavo Stiglitz: Sonó bien eso ¿eh? Es evidente que somos una comunidad libidinal.

Angélica Marchesini: ¡Exacto, exacto! Es cierto que no todos tenemos a la Escuela como partenaire de la misma manera. A veces es más efecto quizá de las circunstancias, otras veces más efecto de la convicción, no lo sé…

Luis Tudanca: Seguimos, Paula Gil.

Paula Gil: ¡Los agarro con buen clima por lo pronto! Escucho que hay un síntoma y que parece que hay rumores, parece que no se sabe muy bien, algunos no sabemos muy bien de qué se tratan esos rumores. Y me preguntaba, si eso no es un problema tal vez, no sé cuál es la solución, no sé si todos tenemos que saberlo todo. Entiendo que no hace veinticinco años que yo estoy en la Escuela, estoy hace relativamente poco, pero también sé que no soy la única que está en esa circunstancia y nos estamos mirando entre muchos preguntándonos ¿qué pasa? Puedo aseverarles que el efecto va a ser un engorde de los rumores, no sé cómo se soluciona, pero algunos saben de qué hablan y muchos nos estamos quedando un poco afuera.

Silvia Salman: No, hay que decir que los rumores son ciertas decisiones y cuestiones que se discuten en el Consejo, y en distintas instancias, Directorio…, trascienden. Hay que decirlo porque si no se crean no sé qué cosas. No es que hay "un rumor", no te estás perdiendo nada. Lo que ocurre es que los que participamos de las instancias contingentemente, yo ahora ya no estoy, pero cuando he estado, es que nos confrontamos con que ciertas cosas que se hablan y que son de mucha discreción, que necesitan de la discreción de todos los que participamos de eso, trascienden, y entonces eso se escucha afuera, no hay nada más.

Luis Tudanca: Gastón Cottino.

Gastón Cottino: Me pregunté y conversé con colegas, porque leíamos algo que no me parecía tan natural. Lo que me resonó, lo conversaba hoy con una colega, es una dimensión épica y la épica me gusta mucho entonces dije, bueno vamos a refundar y reiniciar épicamente algo, pero no toda épica es feliz, no toda épica es heroica, la épica japonesa tiene cosas muy jodidas también, ¿entonces qué? Bueno, anoté cada una de las cosas que ustedes dijeron, si bien son preguntas, muchas son afirmaciones respecto de la Escuela, y la conclusión que se repite en los textos, hasta en el párrafo que trajo Freda, entra también todo un real, y ese real ¿cuál es?, ¿es el de cada uno?, ¿es de la Escuela?, ¿es en intención?, ¿es en extensión? Me confieso un militante del psicoanálisis en extensión, estoy la batalla del autismo también. Si no podemos ubicar también allí un real, estamos sonados. Por lo tanto, las cosas que ustedes van afirmando, lo que vamos construyendo en esta conversación, se me ocurren maneras de tratar un real entre analistas y eso para mí por hoy, es la mejor manera de decir, por qué una Escuela.

Luis Tudanca: Bueno quedan seis pedidos de intervención. Propondría escuchar esas seis intervenciones y le vamos a pedir a Miquel que tome la palabra, él tenía ganas, para ir ya concluyendo. Bien, Carlos Rossi.

Carlos Rossi: Gracias Luis. Estaba escuchando, y por momentos cuando se hablaba de que no había síntoma me parecía que estábamos tratando de encontrar la quinta pata al gato. Hice un gran esfuerzo y traté de pensar en el área que me concierne que es carteles, si habría algo que podríamos llamar como síntoma. Entones pensaba que se dice el cartel es el órgano de base de la Escuela, junto al pase y la puerta de entrada. Y si uno revisa el catálogo, ahí encuentra que hay una inclinación mucho más fuerte a la cuestión puerta de entrada, o sea carteles formados con los miembros de la EOL como Más Uno, que carteles formados por miembros de la EOL.

Que hay una tendencia en que haya muy pocos carteles entre miembros. Entonces, si uno mira el catálogo puede llegar a pensar que es, pongámoslo entre comillas, "una Escuela de Más Unos", entonces podría plantear que eso podría ser un síntoma, que no se cartelizan los miembros. Como idea para ver si se plantea como síntoma como disfuncionamiento.

Luis Tudanca: Marcela Ramos.

Marcela Ramos: Una de las diferencias que noté entre lo que dieron para leer de aquella época y hoy, es que los grupos que estaban en ese momento formando grupos de estudio, de trabajo, decían que sí o decían que no a la constitución Escuela. Ahora la Escuela es la que dice que sí o dice que no a la gente que quiere entrar. Me preguntaba, porque eso me parece una gran diferencia, si el síntoma está solo adentro de la Escuela como algo cerrado o también puede estar fuera, entendido fuera por aquellos que no son miembros o adherentes o socios de la Escuela. Porque cuando Luis Tudanca fue a Córdoba se dio esa discusión en las Jornadas acerca del número, de la cantidad. Un poco me preocupa eso porque, también cuando leí una frase que dijo Miller: "El síntoma uno trata siempre de eliminarlo", pensé si a veces no se podía correr ese riesgo. Por eso me parece importante no solo pensar el síntoma adentro si no qué se hace con las transferencias que genera la Escuela, cómo se canaliza. Una de las formas es el cartel como dijo Rossi, pero yo con la gente joven que tengo contacto se siente malestar y hace síntoma.

Luis Tudanca: Diana Wolodarsky.

Diana Wolodarsky: Pensaba que de aquella Escuela a la que tenemos hoy, no solo han pasado veinticinco años para nosotros, sino para la Escuela misma. Ayer mismo recordábamos en la apertura del ICdeBA, que la Sección Clínica tenía catorce integrantes cuando comenzó, y ayer había quinientos y pico. Pensaba que también, cuando la Escuela comenzó a los pocos años el dispositivo del pase, tenía dos carteles y nominaba eventualmente algún AE. Hoy tenemos un cartel y hace poco en París hablábamos en el Colegio del pase de la lluvia de los AE.

Nuestra Escuela convive al mismo tiempo con el ICdeBA, convive con PAUSA, con La Red, con una serie de instancias, con una serie de espacios que originalmente no estaban y, con una cantidad de participantes que hoy alberga la Escuela. Creo que eso también genera respecto de lo que se hablaba de los lugares y la autoridad analítica, malestares: malestares de pertenencia, de participación, de permutaciones. Creo que eso también trae nuevos síntomas porque evidentemente, si uno tiene síntomas a medida que los años pasan, la Escuela también, entonces creo que hay que escucharlos, que hay que ver no tanto cómo se curan, como se decía acá, estos temas sino cómo se tratan, y creo que, en este punto, los dispositivos de la Escuela están dispuestos a este tratamiento, y lo están mucho más tal vez que en sus inicios donde había cuestiones mucho más estructurales y difíciles de sortear.

Creo que el problema no está tanto en el malestar en la autoridad analítica. Creo que la autoridad analítica en la Escuela es aceptada, no hay mayores cuestionamientos, que cuando la autoridad analítica está eso resuena. Diría que más bien pude haber una cuestión respecto de la confianza y tal vez en el fondo estén los silencios, estén los amiguismos, pero creo que hay una cuestión con la confianza.

Luis Tudanca: Es muy interesante el termino lluvia de AE. Me lo plantee en el Colegio del pase de París. La AMP también tiene veinticinco años, en esos veinticinco años la gente, entre otras cosas, aprovechó para analizarse, entonces es bastante lógico que, en los últimos años, todos esos análisis hayan concluido y entonces tenemos más AE que hace veinticinco años que ni siquiera existía el dispositivo. Claudia Lijtinstens.

Claudia Lijtinstens: También aplaudo este acontecimiento y me parecía que podríamos pensar la Escuela más del lado de lo femenino, una Escuela no toda, una Escuela en la que podamos pensar lo Uno y lo múltiple, y poner en eso sí a la EOL y a las Secciones, la Escuela y el Instituto. Me parece que es una Escuela que se deja descompletar también en esa tensión y tal vez pensarla en ese punto, la posición femenina.

Luis Tudanca: Nos quedan dos intervenciones Gerardo Arenas y Lito Matusevich. Perdón van a ser breves, acordé con ellos cuando cerrara la lista de oradores que serían breves. Creo que estamos en condiciones de darles la palabra a dos colegas que prometieron ser muy breves. Tenemos 20 minutos.

Gerardo Arenas: Seré breve. Es en referencia a la pregunta que planteaba Fabián Naparstek. Voy a desplazarla un poco del síntoma al problema. Hice una pequeña encuesta en los últimos dos años, el seminario menos leído de Lacan es el 12, "Problemas cruciales…", donde el propio Lacan dice: no hay conceptos, como decía en el 11, no hay conceptos en psicoanálisis solo hay problemas, entonces voy a desplazar el concepto Escuela al problema de la Escuela, y recordar lo que decía el propio Lacan en el 56, que es cuando Lacan lo define, que es cuál es el problema de las Sociedades Analíticas. El problema de las Sociedades Analíticas es que por la naturalidad con que todo discurso se desliza hacia discurso del amo, psicología de las masas como lo recordaban hace un rato, se termina transformando el grupo analítico en una SAMDA, es decir, en una Sociedad de ayuda mutua contra el discurso analítico, con la paradoja de que un análisis que busca despejar el núcleo del ser como decía Freud, es decir, lo propio de cada uno, termina conduciendo a la identificación masiva de todos los analizantes con su analista, es lo que dice en el 56 y su apéndice del 57 que es "El psicoanálisis y su enseñanza". Entonces me parece que el problema, lo que se ha dicho acerca del silencio, de los rumores de siempre lo mismo, etcétera, son modos en que se hace presente la pregnancia del discurso del amo. Y difiero solo en un punto de lo que decía Mónica Torres, creo que cuando venía cada dos meses Miller lo que llegaba era la causa no el S1, porque él supo hacer en ese entonces de Más Uno, si no hubiera sido un grupo más grande y nada más.

Lito Matusevich: Quería separar algo que me parece que es importante. Separar algo: no es lo mismo el síntoma de los miembros de la Escuela que el síntoma de la Escuela. El síntoma de los miembros de la Escuela, me lo hizo pensar recién Salman, cuando trajo que hay una queja que siempre hablan los mismos. Esa es una queja propia del parlêtre y no del sujeto. Conmino a todos a que lean a Jean-Claude Milner, que sitúa que el goce de hablar puede llevar al asesinato del Otro, con lo cual me parece que, si la Escuela también es la Escuela del parlêtre, cada miembro tiene que pensar en su reclamo de por qué quiere tomar la palabra. La otra cosa ¿cuál es el síntoma de la Escuela? El segundo punto es ¿cuál es el síntoma de la Escuela? Quiero hacerle una pregunta a Miquel. Miquel vos trajiste, fantásticamente bien, lo del paisaje, pero dijiste algo más aparte del paisaje, que es un amigo tuyo del siglo XVIII… (risas), digo que no es casual que tu amigo dijo que el paisaje tapa el lugar y lo dijo refiriéndose al siglo XVIII, porque el siglo XVIII, creo que junto con el XVII, lo que introduce según Panovsky, que trabaja Lacan es la geometrización del espacio y que va de la mano de la ciencia. Por lo tanto, lo que el paisaje esconde es justamente lo que Lacan quiere rescatar en su última enseñanza, que es lo real sin ley. Me parece que la Escuela tiene que conmover sus creencias para seguir avanzando en su síntoma y conmover sus creencias, es conmover justo el paisaje que nos trazamos de la Escuela y también el paisaje del mundo, y creo que esto es un debate que todavía la Escuela no se dio.

Gustavo Stiglitz: Antes de pasar la palabra a Miquel quería retomar una cuestión que dijo Juan Mitre, con su pregunta: ¿se cura la Escuela de amor al grupo?, ¿se cura la Escuela de los rumores?, ¿se cura la Escuela del éxito? La cuestión es el tratamiento de todas esas cosas, pero me parece que no se puede poner en el mismo, nivel: rumores, éxito, siempre los mismos, admisión, carteles y Garantía. Me parece que esta enumeración que se ha hecho en nombre de síntomas o de problemas, como lo queramos llamar, nos invita a continuar con este trabajo permanente, y en ese sentido celebro también que nos estemos dando estos espacios de romper con el silencio, y de hablar como decía Lacan en alguna conferencia: en las Sociedades no se habla de psicoanálisis, y nosotros somos un colectivo, que nos permitimos y nos exigimos hablar de psicoanálisis. Le paso la palabra a Miquel.

Miquel Bassols: Primero por alusiones a lo que decía Lito y a mi amigo del siglo XVIII, es cierto, que me ha hecho pensar que cuántos años hace que he ido y viniendo aquí a la Argentina. Bien recuerdo que la primera vez fue en el año 1984 para el Encuentro del Campo freudiano, tenía entonces veinticinco años, los que ahora tiene la Escuela misma, y me llamó la atención el paisaje psicoanalítico que encontré en Buenos Aires en ese momento, y puedo decir que ese paisaje ha cambiado radicalmente, en efecto y ha cambiado gracias al Campo freudiano y a la Escuela.

Tres constataciones, no para concluir sino para relanzar la cuestión. En primer lugar, el excelente buen humor de la EOL, que se constata en esta conversación, que es un modo de tratar lo real del grupo y el malestar, me parece que es una muy buena manera de contribuir a ese affectio societatis, necesario para eso, el buen humor. Segunda constatación, la Escuela no está hecha. Apareció de diversas maneras, la Escuela como experiencia, la Escuela como sujeto, no es la Escuela como Institución, en ese sentido, en efecto, la Escuela no está hecha, se hace cada día y es un trabajo, en efecto, que llevamos a cabo día por día. Tercera constatación, hay realmente algo que compartimos en Europa, en América, es un amor por la Escuela, constato esto de una manera que me toca muy de cerca, por haber contribuido en muchos momentos a causar también este amor por la Escuela. Hay también una suerte de declaración de amor que hacemos a la Escuela, "te amaremos toda la vida". Pero, es cierto que la Escuela, muy femenina como alguien recordado aquí, no responde: me contentaré con que me ames cada día uno por uno.

Luis Tudanca: Los esperamos a todos los que están aquí, mañana en el festejo por los veinticinco años de la Escuela.

NOTAS

  1. AA. VV., "Los carteles y la Escuela", Uno por Uno, Número especial "La hora del debate", Marzo de 1991 [en línea] http://www.wmarg310.com.ar/eolpostal/uploads/Uno%20por%20Uno%20N%C3%BAmero%20Especial.pdf
  2. Aramburu, J., "Los carteles y la Escuela", Uno por Uno, óp. cit., p. 2.
  3. Gorostiza, L., "Ni el caos ni la fosilización: codo a codo en el Campo freudiano", óp. cit., p. 13.
  4. Ibíd.
  5. Leserre, A., "Comentarios para una Escuela", óp. cit., p. 15.
  6. Nepomiachi, R., "¿Hora Cero? Una lógica a descifrar", óp. cit., p. 17.
  7. Leserre, A., "Comentarios para una Escuela", óp. cit., p. 15.
  8. Erneta, L., "Cuaderno de Bitácora", óp. cit., p. 9.
  9. Lacan, J., (1964) El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2010, p. 130.
  10. Miller, J.-A., "CIPA-EEP. Actas del coloquio del 2 de febrero de 1991", Uno por Uno, óp. cit., p. 30.
  11. Ibíd., p. 27.