4 Más uno

NUEVA SERIE #2

XXX Jornadas Nacionales de Carteles de la EOL - La arquitectura del cartel

11 de septiembre de 2021

Mesa plenaria: De nuestros antecedentes
Conversan: Graciela Brodsky, Leonardo Gorostiza, Oscar Zack, Adrián Scheinkestel
Coordina: Gerardo Battista, colaborador de la Secretaría de carteles de la EOL

Gerardo Battista: Buenos días a todos. Una alegría estar aquí reunidos para esta mega plenaria. Nos propusimos poner a conversar los textos fundacionales de carteles de nuestra Escuela con sus autores, luego de casi treinta años. Los textos fueron publicados en la rúbrica "De nuestros antecedentes", en La 4+1 • NUEVA SERIE #1.

Presentaré sucintamente a nuestros invitados y luego les pasaré la palabra.

Graciela Brodsky, AME de la EOL y de la AMP; Leonardo Gorostiza, AME de la EOL y de la AMP, AE en el periodo 2010-2013, Presidente de la AMP en el periodo 2010-2014, Secretario adjunto de Carteles del primer Directorio de la EOL; Adrián Scheinkenstel, AME de la EOL y de la AMP; y Oscar Zack, AME de la EOL y de la AMP, docente del ICdeBA, de la UNSAM y del IOM, autor de varios libros y publicaciones.

Todos han estado de acuerdo en que la plenaria se planteara como una conversación a partir de la pregunta que orienta la mesa: ¿cómo piensa la función y el lugar del cartel al momento de la fundación de la Escuela y hoy?

Ahora si los escuchamos y le paso la palabra a quien quiera comenzar.

Graciela Brodsky: Comienzo. Voy a evocar el carácter subversivo que tuvo el plan Lacan en relación con los carteles. Leeré algunas cosas para entrar en la conversación, para entrar en calor. Lo que les leeré ahora es un pequeño texto de la época, de Eric Laurent:

El instante de ver de ese periodo [el periodo de la disolución], fue julio de 1979 cuando Lacan designa para el Secretariado de carteles a Jacques-Alain Miller y a mí. La entrada en el Directorio, órgano de gestión de la Escuela Freudiana de París, un poco adormecida, representaba una voluntad de despertar a la Bella durmiente [esta dimensión del cartel como despertador de la Bella durmiente es algo sobre lo cual me gustaría conversar]. Yo contaba –continúa Eric– con que Jacques-Alain sabría arreglárselas para lograrlo. Nos pusimos a trabajar haciendo listas, formularios de declaración de carteles, agrupándolos en categorías a inventar, organizando un Catálogo de carteles, el primero de la Escuela Freudiana de París, como así también Jornadas intercarteles y un boletín que daba cuenta del trabajo, todo eso era algo inédito en la Escuela Freudiana de París y fue el comienzo de la contraexperiencia que se jugaba en el Secretariado de carteles de la Escuela Freudiana de París.

Esta dimensión del cartel como despertador de una Escuela dormida me parece que fue puesto en circulación y recuperado en muchos momentos. Para el movimiento que llevó a la creación de las Escuelas el factor pulverizante de los grupos fueron los carteles.

Dice Miller en 1991: "Me parece en efecto que es el momento de desarrollar los carteles, y que en Buenos Aires al menos no deberían ser particulares de cada grupo, sino formados y gestionados en común. Es por ello que propongo el establecimiento de una Coordinadora de carteles del Campo freudiano que reciba las declaraciones y creación de carteles y publique su Catálogo", concluía diciendo: "si existen objeciones a la proposición que someto me gustaría…", y hubo objeciones. Es el segundo punto que me gustaría poner para la discusión.

El primer punto lo repito: el cartel como despertador de una Escuela dormida; el segundo el cartel como la máquina, la herramienta de disolución de los grupos. Al menos me parece que esos fueron, si se quieren tomar nuestros antecedentes, dos momentos decisivos. Empezaría por ahí y agregaría un tercer punto antes de empezar. La cuestión de la extensión, de cómo la Escuela se expande con el cartel. Una entrevista a Miller alrededor del año 1991:

– ¿Se puede pensar la Universidad como ámbito para la constitución del cartel?

– [Y dice Miller]: ¿Por qué no? Creo que Lacan inventó el cartel a partir de la Universidad, es mi hipótesis. En La Sorbona habíamos inventado una Federación general de estudiantes de Letras y Filosofía, y se nos había ocurrido la idea de hacer pequeños grupos de trabajo. La idea era que no había que estar escuchando como ahora un tipo que hablaba una hora y media, sino que nosotros mismos debíamos producir saber y generar una utopía, como luego fue la del 68. De manera que estos grupos de trabajo se habían inventado del lado de los estudiantes y habían obtenido cierto reconocimiento por parte de las autoridades universitarias. Creo que con el cartel Lacan retomó esa inspiración, asentando bien la vocación antijerárquica que había en la juventud de esa época. Creo que el cartel viene de allí.

Bien esta es la tercera cuestión, la dimensión antijerárquica que promueve el cartel.

Hay un texto que está en nuestras referencias, que es el texto de Miller de 1994: "El cartel en el mundo" [en línea, http://www.cuatromasunoeol.com/sv/referencias.el-cartel-en-el-mundo], en el que desarrolla muy bien esta dimensión del cartel y del pase, como las dos herramientas antiburocráticas y antijerárquicas que Lacan pensó para la Escuela. Entonces tres cosas: la vocación antijerárquica del cartel, la vocación de despertador del cartel y la vocación antigrupal del cartel, para empezar.

Leonardo Gorostiza: Buenos días Graciela, Oscar, Adrián y Gerardo y a todos los que están conectados. Quería agregar algo que está en la vía de lo que planteaba Graciela, en la vía de la historia en la cual no hay que demorarse demasiado, no nos vamos a poner nostálgicos, es un riesgo, pero pensando que son las trigésimas Jornadas de carteles, hace exactamente treinta años que salió y fue publicado ese Catálogo original de carteles que, como recordaba Graciela, fue lo que constató y permitió que ese movimiento –Graciela utiliza un buen término en su texto que está en "De nuestros antecedentes", en la página de La 4+1, lo llamaba disolvente–, ese torbellino que nos permitía salir a cada uno del pegoteo grupal, por decirlo rápidamente, encontraba en la propuesta de los carteles del Campo freudiano, encontró un valor y una función central para construir la Escuela.

Pero hay un antecedente a esto que querría recordar, sobre todo para los más jóvenes porque tal vez no tengan presente esto. En el año anterior a 1991, que es cuando se crea este Catálogo de carteles y comienzan a funcionar los carteles más allá de los grupos, se crea la Escuela Europea de Psicoanálisis que en aquel momento tenía su sede fundamental en España. Después se disolvió y dio lugar a la ELP que es la actual Escuela del Campo freudiano de España. En un texto que se llama "La hora de la Escuela", a propósito de la creación de la Escuela en España, Miller decía al concluir lo siguiente: "Afirmo que el concepto de Escuela demostrará ser operativo por poco que se interprete como conviene –y concluía–. Empecemos ahora mismo y ¿por dónde? Por el principio, ¿y cuál es el principio? El cartel. 29 de enero de 1990". Después de esto se crea a través de los carteles la EEP, y luego hay un trabajo articulado entre la creada Escuela Europea de Psicoanálisis y lo que era la comunidad del Campo freudiano en Argentina. Eso dio lugar a otra estructura donde se escribió precisamente la publicación de estos carteles del Campo freudiano en el 91.

Pero cuando Miller dice, "Empecemos por el principio", hay que entenderlo en el sentido fuerte, en el sentido del principio como fundamento. Es decir que los carteles son el fundamento de la creación de las Escuelas y, como recordaba recién Graciela, también como potencial instrumento para despertar a la Escuelas cuando estas tienden a dormirse, que es un tema para debatir acerca del estado actual de los carteles, si cumplen o no con esa función, me parece que sí, pero es un horizonte a tener presente.

En este primer Catálogo, que se encargó de su publicación Dudy Bleger con quien compartíamos, estaba también Graciela, la Secretaría del Campo freudiano en ese momento, ella recuerda una frase de Miller, que también recuerdan alguno de los textos que están en "De nuestros antecedentes", que es la siguiente: "Los carteles en tanto tal no pertenecen a ningún grupo, a ninguna Escuela en particular, ya que son la enseñanza de Lacan en acto".

Esto fue pronunciado por Miller en 1991, no recuerdo en qué texto, no lo pude ubicar. De todas maneras, propondría, si es que nos da el tiempo, cómo entendemos esta frase: que los carteles son la enseñanza de Lacan en acto, así que agrego este punto a lo que planteaba Graciela. Sobre la vocación antijerárquica, seguramente Oscar y Adrián van a decir algunas cosas.

Oscar Zack: Buenos días, un gusto compartir esta mesa con viejos amigos y colegas con los cuales hemos transitado muchos años en la Escuela. Tampoco para ser nostálgico, pero solamente para evocar un recuerdo, quiero mostrarles el primer Catálogo de carteles del Campo freudiano previo a la fundación de la Escuela, año 1991; y también, la precariedad en esa época de nuestras publicaciones, el Catálogo de la Primera Jornada de carteles del año 1993, que los que estamos aquí presentes tuvimos la suerte de poder participar.

Para comenzar. Hoy, 11 de septiembre, se festeja el día del maestro y el cartel, como bien señalaron Graciela y Leonardo, es un dispositivo que va en contra del maestro, es decir, en contra de las jerarquías.

Acuerdo con lo que ya dijeron Graciela y Leonardo y quiero subrayar algunos pequeños puntos para incorporar a la conversación. Primer punto, el cartel es la respuesta lacaniana a la psicología de las masas que todo grupo promueve. En ese sentido el cartel va en contra del maestro y del enseñante identificado al S2. El cartel es un dispositivo que está al servicio de la transmisión del psicoanálisis bajo la égida –y creo que acá está lo que Leonardo subrayaba de la enseñanza de Lacan en acto–, de la forma de transmisión y de trabajo más congruente con el discurso analítico. ¿Por qué? Porque si nosotros tomamos una referencia freudiana, en la que Freud decía que lo que se aprende bajo transferencia no se olvida jamás –refiriéndose a la transferencia analítica por supuesto–, quizá no sería una audacia, una osadía, poder extender este concepto y señalar que lo que se aprende bajo los efectos de transferencia de trabajo, que es el affecto societatis que une el trabajo del cartel, quizá tenga un destino análogo: dejar marcas indelebles en la formación de los cartelizantes.

Ahora bien, qué es lo que me parece que hay que subrayar como algo muy específico de los carteles. Por un lado, la inscripción del nombre propio de cada cartelizante, el cartelizante pierde el anonimato al inscribirse en un dispositivo de Escuela como es el cartel. En ese sentido el cartel promueve la articulación entre el cálculo colectivo y la producción singular de cada cartelizante; y quería hacer dos referencias, que no son del campo del psicoanálisis, pero me parece que iluminan algo muy fecundo en lo que hace al trabajo del cartel. Uno es un texto de Michel Foucault que se llama ¿Qué es un autor?, y quiero subrayar una frase, que me parece que se adecúa de manera muy interesante de lo que se espera de cada cartelizante. Foucault dice:

[…] el hecho de que pueda decirse que «esto ha sido escrito por…», indica que ese discurso no es una palabra cotidiana, indiferente, una palabra que se va, que flota y pasa, […], sino que se trata de una palabra que debe ser recibida de un cierto modo y que debe recibir, en una cultura dada, un cierto estatuto.

Me parece que es una frase, que extraigo del texto de Foucault, que ilumina un poco lo que queremos conversar o, por lo menos, que propongo para que se converse.

Por otra parte, siguiendo con esta perspectiva, el cartel promueve las condiciones para franquear el umbral que cuestione la suficiencia, que supone el silencio y la beatitud que implica la renuncia al trabajo, va en contra de la suficiencia y la beatitud.

Y para concluir, quería ubicar algo apoyándome en un texto de Kant que se llama "¿Qué es la ilustración?", porque el trabajo del cartel promueve el pasaje del saber supuesto al saber expuesto. En ese sentido Kant dice que "se trata de que –agrego yo que «los cartelizantes»–, salgan de la minoría de edad, es decir que puedan servirse de su propio entendimiento", sobre todo, y cito al filósofo, cuando "su causa no reside en su falta de entendimiento sino de decisión y valor para servirse del suyo". Y acá dice Kant algo que me parece muy importante para la perspectiva del cartelizante, "¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento!". En principio quería subrayar estas cuestiones e introducir dos autores como Kant y Foucault, que me parece que iluminan algo de lo que se espera de un cartelizante: nombre propio y el propio entendimiento.

Adrián Scheinkenstel: Buen día a todos. Les agradezco al Directorio y a la Secretaría de carteles la invitación a participar en esta mesa fulgurante, breve, y un gusto compartir con los colegas-amigos, y con Gerardo esta mesa, somos cuatro Más Uno, como corresponde.

Por un lado, "De nuestros antecedentes". La cuestión que está planteada, es el lugar y la función del cartel en la fundación de la Escuela y ahora. Como ven hasta ahora estamos demostrando que no es tan sencillo poder describir eso que sería, que marcaría una especie de antes y un después. No es tan sencillo. En "De nuestros antecedentes" que es un título extraído de una especie de prólogo que escribió Lacan, a cuento de la publicación de sus Escritos en 1966, una de las tantas cosas que él plantea en este escrito muy interesante, es una crítica que hace respecto de que algunos se refieren a sus escritos anteriores, manifestando que eso ya estaba ahí, en tal texto que es anterior temporalmente. Él critica esa especie de lectura con una lente de determinismo, de matriz: "eso ya estaba ahí", y justamente lo que se forcluye en ese "ya estaba ahí", es el paso del tiempo. Es que hubo movimiento: ese que escribió y que pensó y elucubró esa cuestión, luego escribió otras cosas y no es el mismo sujeto.

Entonces, efectivamente La arquitectura del cartel, título de estas Jornadas, por lo que recordó hace un rato Viviana Mozzi con esa cita de Miller, habla de esa construcción de superficie alrededor de un vacío, podríamos decir que tendría que ver con una dimensión espacial. Mientras que aquí, evidentemente en esta mesa, somos más bien convocados a hablar de lo que sería la cuestión del tiempo, la función temporal y, consecuentemente, pensar en el espacio, pensar en el tiempo es pensar en el movimiento. Son tres cuestiones que en la ciencia al comienzo no estaban tan discriminadas, tan separadas unas de otras.

La función temporal, sabemos, como lacanianos que somos, ha sido la piedra del escándalo y el comienzo y las bases de la inclusión y la exclusión de Lacan en el movimiento psicoanalítico. Efectivamente, Lacan incorporó las sesiones breves, variables…, en fin, algo que directamente hacía a la técnica, y que hacía entrar la función temporal dentro de ese espacio sagrado, por así decirlo, siempre lo mismo, lo que no cambia, lo constante. Para eso tenemos en psicoanálisis un concepto mayor freudiano que es la repetición. La repetición que tiene que ver más con la dimensión del significante, de lo simbólico, y la compulsión a la repetición que más bien habla de eso mismo, de la mismidad respecto de la dimensión del goce.

Una sola cosa más, que quería agregar. Estuve leyendo los textos que están en "De nuestros antecedentes", y evidentemente pasó el tiempo y tengo que cambiar o modificar lo que está puesto allí. En ese momento me refería al Más Uno, así como Lacan lo planteaba, como terceridad, una dimensión más bien simbólica y, por otro lado, la necesidad de la presencia, tiene que ser alguien el Más Uno. Lo que en ese momento no desarrollé, y ahora volviendo sobre estas cuestiones y pasado un tiempo puedo agregar, es la cuestión del Más Uno encarnando la referencia vacía, encarnando el lugar vacío; eso es lo que quería decir, que me parece fundamental y que hace a lo que es la experiencia analítica central, lo que es el lugar del analista, y que el cartel con relación al Más Uno, me parece que tiene esa función en la formación analítica, de poder orientarse y consentir en vaciar o poder soportar la vacuidad del lugar vacío, ese es el que de alguna manera se lleva bien con lo que es la causa analítica, que es una causa vacía.

Graciela Brodsky: Estamos apremiados con el tiempo. Voy a pasar directamente, entonces, a un punto final, que no creo que tengamos oportunidad de conversarlo, pero me gustaría dejarlo planteado. Lo tomo del texto de Miller "El Cartel en el mundo". Quizá con esto se responda un poco la pregunta de Leo, qué quiere decir la enseñanza de Lacan en acto. No en su totalidad, pero quizás un aspecto de la enseñanza de Lacan, dice Miller ahí:

Esto pone de manifiesto el parentesco del cartel y el pase. El pase, como el cartel desde el punto de vista institucional, es una maquina antididactas. La Escuela, con su cartel y su pase, es un organismo que apunta a arrancarle el psicoanálisis a los didactas. Aparentemente esto tiende siempre a reformarse, porque Lacan fue conducido a disolver la Escuela por las mismas razones que lo habían llevado a fundarla. El pase tiene como resultado institucional evidente que la nominación de los AE escape a los didactas. El Cartel tendía, en la idea de Lacan, a que los miembros de base, incitados a entrar en la organización circular de la Escuela, también escaparan a la empresa de los didactas.

Lacan agrega en el Acta: "Esto no implica, en modo alguno, una jerarquía cabeza abajo". Hay que reconocer ahí una denegación. Es, al menos, poner al didacta patas para arriba. Si no es una jerarquía puesta al revés, sino más bien una organización circular, esta está marcada desde el ángulo de una cierta igualdad. En el sistema de los carteles, nadie es mejor que el otro. La ideología del cartel tiene un costadito nivelador.

[…]

Si captamos que, en la intención de Lacan, el trabajo de la Escuela pasaba por el cartel –y no el seminario, la conferencia, etcétera–, se comprende entonces la función de las Secciones de la Escuela. Lacan había previsto tres Secciones que eran otros tantos reagrupamientos de carteles.

Este plan de Escuela, el Plan Lacan, no se realizó jamás. Según este plan, el trabajo de la Escuela se ejecuta por carteles. Si hay cursos, seminarios, conferencias, esto se hace por fuera de la Escuela. Por otro lado, el Seminario de Lacan era fuera de la Escuela. El "Acta de fundación" dice que lo propio de la Escuela, en su relación con la verdad, es el trabajo llevado a cabo por carteles.

La cuestión podría ser de actualidad [dice Miller]. Bastaría decidirlo. Esto supondría interrogarse para saber por qué el Plan Lacan no se realizó nunca. ¿Por qué era irrealizable? ¿Por qué no se puede inhibir el crecimiento de los carismas ni la demanda de carismas? ¿Hay que realizar ese plan? ¿O sería un fundamentalismo del cartel? ¿Hay que modificar en algo la definición del cartel, o la práctica del cartel, para realizar el Plan Lacan? –como, después de todo, hubo que completar la "Proposición" del pase para renovarlo.

Quería plantearles la radicalidad de lo que Miller plantea acá, lo lejos que estamos de eso, lo lejos que estamos de eso a mi criterio. Creo que las modificaciones que se hicieron a la estructura del cartel, los carteles fulgurantes, los carteles ampliados, la desaparición del Catálogo de carteles en papel, todo eso, al mismo tiempo que renovó la formula, reinstaló la deriva hacia el grupo de estudio. Me parece que no fue una buena solución.

Quiero dejar por último mi intervención que hace a un tema candente. Es el capítulo que concierne a la admisión. Pienso que no se ha entendido lo suficiente –ni los cartelizantes lo entendieron, ni la Escuela misma lo entiende–, que formar parte de un cartel declarado es formar parte de la Escuela y, tal vez, es formar parte de la Escuela de una manera más analítica y menos societaria que la categoría de miembro.

Fíjense lo que imaginó Lacan en el momento de la disolución. Recuerdan que había recibido mil cartas, e invita entonces a que esos mil se reúnan como cualquier otra persona, y entonces hay una conversación y Lacan hace una aclaración, dice: "No invito a formarse en carteles sino a los no miembros de la Escuela". La idea que tenía Lacan de lo que era ese conjunto de los no miembros, a los cuales invitaba a formar parte de la Escuela a través de los carteles y no a través de la admisión, la categoría de miembros.

La Escuela tiene aproximadamente quinientos miembros. Según el cálculo aproximado que hizo Silvia Salman en mayo, había setecientos cincuenta y cinco cartelizantes no miembros en ese momento. En la sede mexicana de la NEL, existen tres maneras de formar parte de la Escuela: los miembros, los asociados y los cartelizantes. Los cartelizantes hoy están acá con los ciento y pico de trabajos presentados, y cada uno supone un cartel de al menos cinco personas detrás. Retomo lo de Oscar, son al menos quinientas, setecientas personas, cuyos nombres y cuyos rasgos querríamos conocer. El cartel me parece es la Escuela a cielo abierto, donde uno puede darse a conocer por su trabajo, como la ambicionó Lacan, y no por mecanismos institucionales que supone la admisión. Uno no invalida al otro, pero tengo la idea de que la Escuela no supo, no sabe, no sabemos, aprovechar la potencialidad del cartel para resolver una serie de problemas, tanto de lo propio del funcionamiento grupal, como los impasses que se nos presentan tanto como la cantidad de gente que quiere formar parte de la Escuela y que la admisión no lo permite. Bien, era esto lo que quería traer hoy para la conversación y ojalá la sigamos en alguna otra escena.

Leonardo Gorostiza: Acuerdo con lo que plantea Graciela, y trato de responder a la pregunta que yo había planteado –como se hace en un cartel: uno toma un rasgo y trata de interrogarlo–, es decir, qué es eso de que el cartel es la enseñanza de Lacan en acto.

En "El Señor A" [en línea, http://www.cuatromasunoeol.com/sv/referencias.el-senor-a-jacques-lacan], texto de la época de la disolución, dice: "En cuanto a la Causa freudiana, no tiene más mueble que mi buzón. Indigencia que ofrece muchas ventajas: nadie me pide que dé mi seminario en mi buzón". Nuevamente el seminario de Lacan por fuera del ámbito institucional, de la Escuela como institución aún no fundada en ese momento, pero por fuera, esa dirección éxtima que tenía la enseñanza de Lacan. Y la mención a la indigencia me parece que es crucial, porque es la indigencia del acto analítico en tanto tal, así lo llama Lacan en un momento dado, es la indigencia del analista que está sostenido, si podemos decir así, en una hiancia en el momento del acto. Es decir, que el Plan Lacan que mencionaba Miller y que recordaba Graciela, me parece que es otra forma de nombrar lo que Miller llamó también la doctrina secreta de Lacan sobre la Escuela, que pueda ser un ámbito realmente donde todo sea considerado en términos analíticos, y estamos siempre en lucha frente a aquello que nos aleja de ese plan o de esa doctrina.

Cuatro puntos para explicarme por qué el cartel es la enseñanza de Lacan en acto.

Primero, porque hay un lazo indisoluble entre el acto de la disolución de la Escuela Freudiana de París por Lacan, cuando su Escuela devino institución, que es discurso del amo, y el llamado a la declaración de carteles que el mismo convoca al instante para la causa freudiana. Se puede decir que el acto de disolución forma parte de la enseñanza de Lacan, el acto mismo forma parte de la enseñanza de Lacan.

Segundo, porque el funcionamiento del cartel que apunta a contrarrestar la tendencia natural del sujeto que es hacia la identificación que hace grupo-masa, es la misma de Lacan en su enseñanza nunca identificándose a sí mismo, la fórmula que reiteramos de Lacan, "hagan como yo no me imiten", el cartel va en contra de la tendencia a la identificación, y ahí entra en factor tiempo también, que es el momento de la disolución del cartel que mencionaba Adrián.

Tercera cuestión, cuando, en ese texto que está presente y que siempre retomamos, riquísimo de Miller que es "Cinco variaciones sobre el tema de «La elaboración provocada»" [en línea, http://www.cuatromasunoeol.com/sv/referencias.cinco-variaciones-sobre-el-tema], propone articular el discurso analítico con el histérico, como el más conveniente para el Más Uno y para cada integrante del cartel, interrogando el rasgo, el S1, que es el rasgo del trabajo, a mi entender, esa estructura discursiva es equivalente a la posición de enseñante como analizante de Lacan. En ese sentido el cartel cuando se logra y funciona como conviene, tiene la misma estructura discursiva que propuso Miller, que es la estructura discursiva del enseñante como analizante.

Y por último, como la enseñanza de Lacan, los carteles –y esto también lo dijo Graciela Brodsky en aquella apertura en las Primeras Jornadas de Carteles–, son éxtimos a la Escuela, es un poco lo que Graciela recién retomaba, en sentido estricto de la matemáticas de conjuntos, los carteles no pertenecen a la Escuela sino que son declarados a la Escuela, y muchos cartelizantes no son miembros de la EOL y, por ende, no pertenecen a la EOL, pero de esta manera forman parte del trabajo de la Escuela. Hay que diferenciar pertenecer y formar parte, creo que está en la vena de lo que Graciela planteaba antes, darle todo su valor al "formar parte". Ustedes saben que, en teoría de los conjuntos, los elementos pertenecen –serían los miembros– pero los que no son elementos, como el conjunto vacío, o el objeto a, forman parte del conjunto. Creo que es una orientación que vale la pena afianzar, insistir más. Siempre tenemos que luchar con aquello que nos lleva hacia la identificación institucional.

Oscar Zack: Me sumo a los últimos comentarios de la mesa. Dos cosas para comenzar, me encantó lo que dijo Graciela acerca de la pertenencia y la diferencia entre Escuela e Institución a partir del cartel, me parece un elemento a tener en cuenta. Y retomo lo que me hace pensar la perspectiva que habló Leonardo, acerca de la enseñanza de Lacan en acto. Breves palabras. El cartel permite que cada cartelizante invente su camino de trabajo y lo transite bajo la perspectiva que conjuga la soledad de su decisión con los otros, es decir, que está solo respecto a su producción, pero no en soledad. Esta perspectiva me parece tiene un efecto muy importante, porque va contra los efectos aplastantes de la enseñanza reglamentada respecto al deseo. Rutina y deseo son partenaire que no se llevan bien, el deseo y la rutina son partenaire inadecuados en esta perspectiva.

El otro punto, tiene que ver con la producción de lo escrito. El escrito que cada cartelizante produce –que hoy vamos a escuchar a los colegas que han hecho su presentación para las Jornadas–, tiene algo del estatuto del acto, porque promueve una suerte de destitución del Otro donde inaugura una subjetividad. ¿Cuál es este nuevo orden de subjetividad? Me parece que es la forma de poner en acto lo que la elaboración provocada del conjunto del cartel incitó o generó como causa para que se genere ese acto. Presentar un trabajo en una Jornada de carteles tiene algo del acto, porque tiene algo de la conclusión del tiempo del comprender y tiene algo del momento de concluir, para inaugurar un nuevo instante de ver. Entonces, el cartel es la manera de hacer presente el Uno articulado a la transferencia de trabajo que hace lazo con los otros, con los otros Unos. En ese sentido, me parece o me gusta pensar que el cartel es un enjambre de Unos, de Unos solos, pero no en soledad.

Y para concluir, digo que cada cartelizante formula una promesa de trabajo que compromete al que la formula, compromiso y promesa se concretizan a partir de la producción del escrito, y por el cual el sujeto no solo expone, sino que también se expone; y este movimiento, es un pasaje muy importante porque es el pasaje de la exposición en el cartel a la exposición al conjunto de la Escuela, a través de las Jornadas que se realizan. Entonces, y acá retomo la perspectiva inaugurada hoy por Graciela, las jornadas se constituyen en una suerte de mirador privilegiado para verificar los estados de trabajo que emanan de la experiencia del cartel. Y ahora si concluyo, Graciela dijo que la radicalidad conceptual del cartel estamos lejos. Es cierto, pero frente a estas cuestiones siempre evoco una frase de Borges, que dice algo así como que las deficiencias en la práctica no anulan la sana teoría. Y creo que la sana teoría tiene que ser la causa que nos oriente, para poder ir subsanando, lo que las deficiencias de la práctica, que son estructurales, respecto a la sana teoría. Agradezco la invitación y poder compartir con amigos tan apreciados y de tantos años.

Adrián Scheinkenstel: Finalmente, por un lado, le agradezco a Graciela que haya incluido el factor temporal en esta mesa, cuando habla de las cuestiones que se han ido cambiando, modificando, y que con algunas de ellas parece ella no estar de acuerdo, y acuerdo con ella. Es un asunto pendiente que vamos a tener que trabajar, más adelante, acerca de la convivencia de los carteles y de los grupos de estudio. Esta era una convivencia que, al comienzo de la Escuela, en su fundación, no existía por indicación precisa de Miller, la disolución de todos los grupos de estudio, salvo excepciones que por supuesto confirmaban la regla. Esa es una cuestión pendiente. Como hoy hable del factor temporal, es por uno de los lados que se puede tomar esa diferencia que hay entre los grupos de estudio y el cartel, que Graciela recordó, cartel fulgurante, ¿por qué se habrá creado ese nombre de cartel fulgurante, cuando en realidad todo cartel es fulgurante? Eso marca un síntoma, no de algo que no marcha sino un síntoma analítico que hay que efectivamente analizar.

Después, no estoy de acuerdo que el cartel vaya en contra del maestro. Hay un momento que no va contra el maestro, cuando el funcionamiento del cartel se propone elevar un tema a la dignidad de una identificación, es el rasgo que se le pide a cada uno de los cartelizantes para comenzar un trabajo; luego viene, justamente, el efecto de disolución, de conclusión y de disolución, que yo llamaba hace un rato, que el Más Uno tiene bastante que ver, encarnando ese lugar vacío que, por supuesto, habla de un lugar, porque un lugar que no es vacío no es un lugar.

Y, finalmente, el amor, a mí me gusta terminar con algo amoroso. Evidentemente la nostalgia –escuché dos o tres veces la palabra en esta mesa–, habla de cierto desencanto que se produce en determinado momento de la vida o de la experiencia, y de lo que se trata es de poder soportar ese desencanto, ya no se canta al amanecer, no es el canto de lo que empieza, es el canto de lo que continúa. ¡El inicio tiene algo de increíble! Esos momentos que relataban Graciela, Leonardo, ¡era todo nuevo, era todo novedad! Entonces cuando Lacan dice, creo que es del Seminario 19, que hay que exigirle algo más al amor, ¡hay que exigirle algo más al amor! Me parece que eso se trata de encontrar lo nuevo en la continuidad, en eso que continua, porque el cartel continúa y hace bastante tiempo –Miller lo trabajó en determinado momento–, y creo que eso tiene que ver con eso de crear las condiciones de posibilidad de la sorpresa. Nada más.

Oscar Zack: Le quiero recordar a Adrián, que el cartel fulgurante, fue una propuesta de Eric Laurent cuando yo fui Director de la Escuela, está Fernando Vitale que formaba parte de ese mismo Directorio, fue una propuesta de Eric frente a la contingencia, no recuerdo bien, creo que era un ENAPOL, y él propuso que se hicieran carteles ampliados y fulgurantes. La palabra fulgurante estaba específicamente instituida, no a los dos años que es un fulgurante programado y anticipado, sino que era un fulgurante articulado a unas Jornadas específicas, creo que era el ENAPOL de 2009, y Eric nos propuso eso, como una forma de adecuar una lógica y un dispositivo que se mostraba eficaz, pero adecuarlo aggionarlo a la especificidad del momento. Quizá Fernando Vitale lo recuerde, ya que formó parte de esa reunión porque era Secretario de biblioteca es ese Directorio que tuve el gusto de dirigir, y ahí nació el cartel fulgurante junto con el cartel ampliado. No por la fulgurancia estructural de los dos años sino por la fulgurancia puntual, que tenía que ver con ese momento contingente. Creo que es importante para los cuatrocientos treinta y tres presentes que a lo mejor no tenían ese conocimiento, poder transmitirlo.

Gerardo Battista: Graciela, ¿querés agregar algo?

Graciela Brodsky: Sí, le contesto a Oscar con sus propios argumentos. Vos dijiste Oscar hace un ratito que, la rutina era enemiga del deseo. Estamos de acuerdo, coincido plenamente. Que el cartel fulgurante y ampliado, se haya instalado una vez, por una coyuntura alrededor de unas Jornadas, no equivale a que eso tenga que pasar a ser una rutina y que entonces el formato del cartel, ahora tenga que ser necesariamente ampliado, fulgurante. Fue en esa ocasión, resultó, funcionó, sigamos el espíritu del cartel que es que funcione, que se disuelva, que se reinicie, que tenga otro formato, torbellino –como lo llama Miller–, permutación, torbellino. El espíritu del cartel es justamente eso. Basta que un invento se repita, burocráticamente, a lo largo del tiempo pierde toda efectividad por más brillante que haya sido en su momento inicial. Entonces, la Escuela tiene que estar todo el tiempo viendo de qué manera lo que en un momento fue nuevo, no se convierta en rutina. Tenemos treinta años y el fantasma de la rutina y la lucha contra la rutina, tiene que ser una preocupación cotidiana de quienes tienen a su cargo distintas responsabilidades en la Escuela. Pienso que en ese momento funcionó, pero…

Oscar Zack: Quiero agregar algo. Estoy absolutamente de acuerdo, no hice un rastreo del Catálogo actual de carteles, pero no sé si hay carteles fulgurantes o carteles ampliados en el Catálogo actual. Quizá Vivi Mozzi nos podría esclarecer. Por lo cual yo rescaté, para tomar lo que Adrián señalaba, cómo surgió el cartel fulgurante, y que no vino a reemplazar al cartel en su dispositivo estructural como base de la Escuela, para nada. Fue un invento, una creación ad hoc, para ese momento, pero no sé si hoy hay carteles fulgurantes o ampliados, lo ignoro. En ese sentido, si continúa así, es la deficiencia de una práctica de una sana teoría, seamos un poquito borgianos en ese aspecto.

Graciela Brodsky: Tal cual.

Adrián Scheinkenstel: No se trata de un juicio, digamos, y las pruebas y todo eso. Yo simplemente tomé, por supuesto que fue una cosa muy bien establecida, fue una creación, invento del momento, está todo bien. Simplemente tomé una palabra. Hoy me refería a la cuestión de la referencia vacía, en vaciar la referencia, que tiene que ver con la causa analítica. Entonces me olvido de eso, simplemente me quedo con lo de fulgurante, y fulgurante es un significante que bien puede indicar o situar el movimiento del cartel.

Gerardo Battista: La verdad les agradezco infinitamente todas las perspectivas de trabajo que nos dejan para seguir pensando en la Secretaría, y lamento que tengamos que terminar la mesa. En la próxima revista La 4+1 • NUEVA SERIE #2, vamos a seguir con esta conversación. Muchas gracias.